I. Evaluación de programas sociales
La evaluación de programas sociales descansa sobre la idea fundamental de medir la
eficiencia y la eficacia del gobierno en acciones particulares. González (2001) argumenta que todas las sociedades cuentan con la necesidad de evaluar la política
pública ejercida por los gobiernos. No es, solamente, el mismo gobierno el que tiene
esta necesidad, sino también la academia, los organismos internacionales y la sociedad
en su conjunto. Los gobiernos de todos los países, al contar con recursos limitados,
deben definir sus prioridades dentro del gasto gubernamental. Esta priorización de
gastos, convertidos en programas sociales, busca que la política social genere impactos
redistributivos que mejoren los indicadores de pobreza y desigualdad (Aedo, 2005), fundamentalmente en el contexto de países pobres o en desarrollo con resultados
desfavorables en estos dos grandes males. Rawlings y Rubio (2003) plantean este dilema a partir del esbozo de preguntas de atención relevante: ¿cuáles
son los problemas sociales más urgentes de una cierta sociedad?; ¿qué se hace en materia
de política pública para enfrentarlos?, y ¿cuáles son los resultados de dicha política
en la atención de aquellos problemas?
La evaluación busca dar respuesta a estas incógnitas y pretende cuantificar qué tan
eficientes han sido las acciones diseñadas. Persigue el objetivo de evaluar si la
política sirve o no, que tanto alcanzan los objetivos para los que se diseñaron y,
fundamentalmente, identificar a quienes sirven para medir el grado en el que su costo
se justifique (González, 2001, 23). Dentro de los instrumentos de política pública se encuentran los programas de transferencias
redistributivas condicionadas que persiguen el objetivo de generar acumulación de
capital humano como forma de destruir lo que se conoce como ciclos intergeneracionales
de la pobreza, por medio de las transferencias de recursos para que los hogares en
condiciones de pobreza y desigualdad puedan enviar de manera regular a sus hijos a
la escuela o a centros de salud (Rawlings y Rubio, 2003). Este enfoque de intervención pública se conceptualiza desde el lado de la demanda,
pues son los agentes individuales los que, con el ingreso transferido, deciden generar
incrementos en la demanda de bienes y servicios y mejorar su situación particular.
Aquí entra la discusión sobre si el programa está orientado a grupos poblacionales
específicos o a toda la población en general. Este dilema se ha tratado en la bibliografía
especializada como el de la dicotomía entre la focalización y la universalización
(Paes y De Carvalho, 2004; Murayama, 2008).
En la evaluación de impacto de la política pública existen dos grandes enfoques, el
de la evaluación ex ante y ex post. Particularmente, la evaluación ex post de los
programas de transferencias directas se realiza con base en ciertos criterios, los
cuales buscan medir el grado de eficiencia en la operación y el alcance de ellos.
Las técnicas de evaluación de impacto se agrupan, tradicionalmente, en cinco: métodos
de selección aleatoria, regresión discontinua, diferencias en diferencias, pareamiento
(matching) y análisis de variables instrumentales. El problema fundamental de la evaluación
de impacto radica en la existencia de inferencia causal, ya que los programas sociales
se deben diseñar de forma tal que permita alcanzar ciertas metas en función de determinadas
acciones de política. Con esto, se obtiene un resultado en función de ciertas causas
que las impulsan. Por lo tanto, se tiene un problema de causa-efecto donde la pregunta
fundamental es: ¿cuál es el impacto que genera un programa P sobre un resultado Y?
La respuesta a dicha pregunta se alcanza de manera general por la fórmula general
de evaluación de impacto (Gertler et al., 2011, p. 34)
α es el impacto causal, el cual se define como la diferencia entre el resultado obtenido
con el programa y sin él. El punto álgido radica en el hecho de que el impacto causal
debe ser medido en el mismo individuo en el mismo momento, de manera tal que no exista
ningún factor externo que influya en el resultado. La idea es que el resultado se
influencie única y exclusivamente por el programa en cuestión. En la práctica es imposible
medir el resultado para el mismo individuo en dos situaciones diferentes en el mismo
momento, es decir, ¿qué hubiera pasado con el individuo xi con y sin el programa? Este hecho se conoce como el problema del contrafactual porque
no se cuenta con datos para determinar el resultado con y sin el programa. Por lo
tanto, el problema del contrafactual se encuentra en la expresión, (Y | P = 0) la cual es una condición imposible de observar directamente. La estimación del
contrafactual se realiza por medio de grupos de control o de comparación en los cuales
se emplean los métodos antes mencionados para reproducir o imitar el contrafactual
de la manera más precisa posible.
Los beneficiarios del programa y los grupos de control deben contar con ciertas características:
1) las características promedio deben ser las mismas; 2) deben reaccionar de la misma manera al programa, y 3) no deben estar expuestos a factores externos (Gertler et al., 2011, p. 38). Estos tres aspectos son de suma importancia para obtener una buena estimación del
contrafactual y evitar obtener contrafactuales falsos o sesgados.
II. Antecedentes mexicanos de los programas con transferencias directas
En México existe una larga tradición por intentar evaluar el efecto de la política
pública sobre el bienestar de la población. En general, los programas sociales de
transferencias monetarias han constituido una herramienta de suma importancia en el
combate a la pobreza y la desigualdad. Para identificar a los diferentes grupos poblacionales
y caracterizar sus necesidades se desarrolló, en 1982, un estudio llamado Macroeconomía de las Necesidades Básicas Insatisfechas, realizado por la extinta Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas
y Grupos Marginados (Coplamar). En él, se identificaron diversos grupos de poblaciones
con diferentes necesidades al nivel de desagregación máximo existente, hasta ese momento,
y con esto se pudieron estudiar las características socioeconómicas de las localidades
en México.
Desde ese momento, la existencia de programas sociales focalizados, en general, y
de aquellos que brindan transferencias directas, en particular, se constituyeron como
una herramienta de gran utilidad en el combate a la pobreza y la desigualdad. En México,
desde la publicación de indicadores socioeconómicos, se han diseñado diversos programas
orientados a abatir condiciones de rezago socioeconómico. Desde los trabajos seminales
de Coplamar, el gobierno de México comenzó a considerar que el problema de combate
y disminución de la pobreza no es un problema que puede ser atacado, exclusivamente,
a partir del desarrollo de políticas de crecimiento económico, fiscales, monetarias
o sectoriales. Por el contrario, se reconoce ampliamente que incluso, en escenarios
de crecimiento, la pobreza ha persistido y ha proliferado, como lo han demostrado,
recientemente, investigaciones sobre crecimiento en favor de los pobres (crecimiento
pro poor). Muchas de ellas evidencian que en diversos países y bajo diversos escenarios el
crecimiento puede favorecer a la población más pobre (Ravallion y Datt 2002; Eastwood y Lipton 2011; Bourguignon 2004; Kakwani 2000; Duclos y Wodon 2004; Huesca y Arreola (2011); Hernández Laos 2009; Pérez-Méndez 2021; Pérez-Méndez 2022a; Pérez-Méndez 2022b).
Posterior al estudio de Coplamar, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se
inició un programa general que se encargó de organizar un conjunto de programas de
atención a la población en condición de pobreza. Se desarrolló un tipo de estrategia
basada en metodologías que permitían la ubicación de los grupos poblacionales con
mayores privaciones.
Desde sus inicios, los programas buscaban seguir reglas de focalización que orientaban
su ejecución, las cuales estaban plasmadas en sus reglas de operación, y definían
como población objetivo y prioritaria, a todo individuo que viviera en localidades
consideradas de Alta y Muy Alta marginalidad, para lo que se desarrolló el índice
de marginación construido por el Consejo Nacional de Población (Conapo) que refleja
los distintos niveles de marginación y su distribución espacial (Pérez-Méndez, 2021) a lo largo y ancho del país.
A partir de los años noventa, se generalizaron los programas de atención focalizada
de la pobreza a partir de estrategias específicas en cada una de las Secretarías.
El beneficio de estos programas se puede rastrear con la información de la ENIGH y
con las claves de ingreso asociadas a un cierto número de programas, aunque en general
se cuentan con más de 180 programas sociales, los que brindan transferencias monetarias
directas son un puñado capturado por las claves de ingreso de la encuesta. Por ejemplo,
el programa Oportunidades comenzó a operar en 1997, contando con una cobertura inicial
de 300,000 hogares y alcanzando, para 2002, 4´000,000 de hogares (Rawlings y Rubio, 2003, 15). Los resultados de la evaluación de este programa han sido analizados internacionalmente,
pues mostró, por medio de criterios específicos de focalización, que el impacto sobre
la población pobre fue significativo. En el caso de adolescentes en secundaria, el
programa generó impactos diferenciados de 9.3 y 5.4 por ciento de aumento en la matrícula
de niñas y niños, respectivamente (Rawlings y Rubio, 2003, 22). Este programa, en particular, ha beneficiado, bajo sus diferentes nombres, a más
de seis millones de mexicanos y su excelente diseño con resultados probados ha ocasionado
que se replique en más de 52 países.
Durante los años del periodo de estudio, 2016 a 2022, se generó un cambio de paradigma
en la definición de la política pública de transferencias condicionales. Durante el
gobierno de Enrique Peña Nieto se contaba con los siguientes programas de transferencias:
“Prospera”, “Procampo”, “65 y Más”, “Adultos Mayores”, “Tarjeta SinHambre”, “Empleo
Temporal” y “Otros Programas Sociales”. Al inicio del gobierno López Obrador se decidió
reestructurar la política social. Se persiguió la premisa de sustituir los programas
tradicionales por otros que, en un principio, carecían de reglas de operación. Al
respecto, Jaramillo (2019) recopila los argumentos básicos sobre los que, de acuerdo con el gobierno del presidente
López Obrador, descansaba la nueva política social. Se plantea como argumento central
que los programas han transitado desde el enfoque de focalización al de universalización,
aunque esto no es del todo cierto, y el cambio fundamental es que la operación de
los programas descansaba en la existencia de intermediarios y condicionalidades que
impedían que el beneficio llegará a las personas más necesitadas, siendo este uno
de los argumentos más fuertes del gobierno y sobre el cual descansa en la idea de
que los intermediarios actúan bajo criterios de corrupción.
Con el cambio en el diseño de la política social se redistribuyó por completo el gasto,
así, el “El Programa para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores” sustituyó
al programa “65 y más”, las diferencias entre éstos son que el segundo se encontraba
fuertemente focalizado hacia individuos que no contaban con ningún tipo de pensión,
el primero es un programa de carácter universal e incrementó el monto de la transferencia
de $1,160 a $2,550 bimestrales, además este programa se constituye como la insignia
del nuevo paradigma social mexicano, pues acaparó 43 por ciento del presupuesto de
2020 (Jaramillo, 2019). El programa “Prospera” se desagregó en diferentes programas. El programa “Becas
para el Bienestar Benito Juárez” correspondiente a educación primaria mantiene la
focalización de “Prospera” actuando en localidades de extrema pobreza. Sin embargo,
disminuyó el monto de la transferencia, pasando de $950 a $666 mensuales, además se
eliminó la preferencia por sexo en los montos diferenciados. Jaramillo (2019, 6) propone cuatro características que definen el enfoque de política López Obradorista:
1) los programas sociales continúan siendo focalizados, pero bajo criterios opacos;
2) los programas actúan bajo el enfoque conocido como worfore que condiciona la obtención de la transferencia por un intercambio de trabajo, como
en el caso de “Jóvenes Construyendo el Futuro”; 3) los programas aún tienen condicionales pero éstas se han concentrado en el gobierno,
lo que podría opacar aún más la corrupción y por último, 4) se perdió el enfoque de género, olvidando que son las niñas que viven en localidades
rurales de alta marginación las que cuentan con una menor probabilidad de salir de
la pobreza y la marginación. Tanto el impacto como la evolución de estos programas
se pueden rastrear en las ENIGH 2016, 2018, 2020 y 2022. En el caso de las últimas
dos, correspondientes con el cambio de paradigma se pueden encontrar las siguientes
transferencias: “Bienestar para las Familias de Educación Básica”, “Becas Benito Juárez
para Jóvenes de Educación Media Superior”, “Becas de Jóvenes Escribiendo el Futuro
de Educación Superior”, “Bienestar de las Personas Adultas Mayores”, “Bienestar de
las Personas con Discapacidad”, “Bienestar de los Hijos con Madres Trabajadoras”,
“Seguro de Vida para Jefas de Familia” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”.
Ante este escenario conviene formular algunas preguntas de investigación con relación
al cambio de paradigma: ¿las transferencias monetarias directas han disminuido la
pobreza y la desigualdad del ingreso en menor o mayor medida que las políticas anteriores?,
y si ¿las transferencias monetarias son progresivas o regresivas para la población
pobre de México entre los años 2016 y 2022?
Por lo tanto, se pretende evaluar el impacto de la política pública sobre la pobreza
y la desigualdad del ingreso, y comparar el diseño de las transferencias directas,
analizando la progresividad o regresividad de éstas. Como hipótesis se esgrime que,
en el caso de la primera pregunta, que la pobreza y la desigualdad han mostrado mejoría
en el rendimiento de sus indicadores a partir del cambio de paradigma en el enfoque
redistributivo, aunque en menor medida de lo esperado por la magnitud de los cambios.
Es decir, se ha alcanzado una mejoría por la magnitud del gasto, sin embargo, se pudo
hacer mejor con mejores diseños. Sobre la segunda pregunta, se esgrime que, derivado
del mal diseño de la política, las transferencias son progresivas, no obstante, de
manera equivocada en segmentos en los que no debería haber redistribución social,
lo que ocasiona que los resultados observados se encuentren muy por debajo del potencial
de la política.
III. Modelos de microsimulación como enfoque alternativo de evaluación de impacto
Con las técnicas tradicionales de evaluación de impacto es imposible medir el resultado
para el mismo individuo en dos situaciones diferentes, en el mismo momento, por ello
a continuación se plantea una propuesta de estimación del contrafactual basada en
modelos de microsimulación económica siguiendo el enfoque de Bourguignon y Spadaro (2006). El objetivo es obtener un contrafactual, no de un grupo de control, sino, del mismo
grupo de beneficiarios, por medio de la microsimulación del escenario en el que los
beneficiarios no hubieran sido sujetos de participar en el programa. Con esto, se
obtiene un contrafactual con un alto grado de exactitud, ya que se construye con base
en el mismo grupo de unidades o individuos. Los modelos de microsimulación se han
constituido como una herramienta de análisis de Política Pública (Spadaro, 2007). Existen diferentes enfoques para evaluar el impacto distributivo de la Política
Pública. La Evaluación Ex-Ante o Ex-Post permite simular escenarios antes de aplicar
o después de aplicar la política; la Microsimulación Estática o Dinámica, donde la
primera estima efectos directos sobre los individuos para diferentes escenarios y
la segunda requiere del modelado de ecuaciones de comportamiento que ajusten el proceso
de toma de decisiones de los individuos. El enfoque de Equilibrio Parcial o de Equilibrio
General, donde el segundo incluye el análisis de los efectos del cambio de comportamiento
de los beneficiarios sobre otras variables, como el precio de los bienes relativos
(Spadaro, 2007). Entre los trabajos más destacados se encuentran Siqueira et al. (2003) e Immervoll et al. (2006), quienes evalúan el sistema impositivo brasileño; Urzúa (1994, 2001) analiza el impacto sobre el bienestar social de reformas a los impuestos indirectos
en México. Ahmad y Stern (1984) investigan los efectos de una reforma fiscal marginal sobre el bienestar de los hogares
en México. Freije, Bando y Arce (2005), construyen modelos de microsimulación para evaluar el programa de asistencia social
Oportunidades, y el de Huesca y Serrano (2005), que se diseñó para evaluar los impactos globales y desagregados de cambios en el
régimen del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
IV. Resultados del modelo de microsimulación
El proceso de microsimulación mostrado a continuación se realiza con base en la ENIGH
versiones 2016, 2018, 2020 y 2022. Se seleccionaron variables de ingreso, dentro de
las cuales se identificaron claves relacionadas con transferencias provenientes de
programas sociales. Se obtuvieron variables observadas sobre el ingreso familiar y
las transferencias de los programas sociales en sus diferentes etapas y se simularon
variables sobre el ingreso familiar sin las transferencias. Estas últimas variables
se obtuvieron por medio de un modelo de microsimulación estática al eliminar del ingreso
familiar las transferencias sociales. Con esto, se obtiene un contrafactual con un
grado alto de exactitud, el cual se representa por medio de la variable “ingreso familiar
sin transferencias”. De esta manera se consigue que el grupo de tratamiento y el grupo
de control sean exactamente el mismo y la variación en el resultado solamente depende
de la participación o no en el programa social. Como se mencionó antes, en las encuestas
2016 y 2018 se tienen las siguientes transferencias: “Prospera”, “Procampo”, “65 y
Más”, “Adultos Mayores”, “Tarjeta SinHambre”, “Empleo Temporal” y “Otros Programas
Sociales” mientras que en las encuestas 2020 y 2022 se sustituyeron por: “Bienestar
para las Familias de Educación Básica”, “Becas Benito Juárez para Jóvenes de Educación
Media Superior”, “Becas de Jóvenes Escribiendo el Futuro de Educación Superior”, “Bienestar
de las Personas Adultas Mayores”, “Bienestar de las Personas con Discapacidad”, “Bienestar
de los Hijos con Madres Trabajadoras”, “Seguro de Vida para Jefas de Familia” y “Jóvenes
Construyendo el Futuro”.
El primer instrumento empleado en el presente escenario de microsimulación es una
curva de Lorenz, la cual mide el grado de desigualdad en el ingreso de la población
seleccionada para los años propuestos, 2016 y 2022.
Las variables ictpc_2016, ictpc_2018, ictpc_2020 e ictpc_20221 representan el ingreso corriente total per cápita por miembro de hogar observado
para los años seleccionados. Las variables ictpc_2016_sim, ictpc_2018_sim, ictpc_2020_sim e ictpc_2022_sim representan la simulación de los escenarios contrafactuales. En los primeros dos
se eliminaron las transferencias diseñadas por el gobierno de Peña Nieto y sus antecesores,
y en los segundos las transferencias de la 4T. En estas variables simuladas se han
eliminado las transferencias de programas sociales en dos momentos en el tiempo, antes
y después del cambio de paradigma. En este sentido, las variables simuladas representan
el contrafactual de la política social. Por lo tanto, la diferencia entre el contrafactual
y el escenario observado es igual a α = (Y | P = 1) - (Y | P = 0). Como es bien sabido, el índice de Gini se puede construir partiendo de la curva
de Lorenz. Por lo tanto, para calcular el valor de α fue necesario construir el índice
de Gini asociado a cada distribución y obtener sus diferencias. De manera preliminar,
se puede observar en el Gráfico 1 que la política social no ha generado grandes cambios en la manera en la que se concentra
la desigualdad, es decir, la ha mantenido casi inalterada. En la Tabla 1 se presentan los coeficientes de Gini de cada distribución, así como los coeficientes
de las distribuciones simuladas, junto con sus diferencias. Se observa una disminución
sostenida del grado de desigualdad medido por medio del Coeficiente de Gini, pasando
de 0.49 a 0.45. Los coeficientes simulados arrojan resultados similares, mostrando
que, en general, la política social disminuye el Gini en dos puntos base, aunque el
cambio porcentual ha ido incrementando con los años.
Gráfico 1
Curvas de Lorenz observadas. México 2016-2022.

Fuente: Elaboración propia con base en la ENIGH 2016, 2018, 2020 y 2022.
Tabla 1
Evolución del coeficiente de Gini. México 2016-2022.
Año
|
Gini observado
|
Gini simulado
|
Diferencia
|
Diferencia porcentual
|
2016
|
0.4906
|
0.5126
|
0.022
|
4.5%
|
2018
|
0.4776
|
0.4956
|
0.018
|
3.8%
|
2020
|
0.4741
|
0.4945
|
0.0204
|
4.3%
|
2022
|
0.4532
|
0.4768
|
0.0236
|
5.2%
|
El valor de α en términos de desigualdad del ingreso para 2016 es de 0.022, es decir,
el impacto de la política social se refleja en una disminución de la desigualdad de
0.022 puntos. Dicho de otra manera, si no hubiera política social, la desigualdad
en 2016 sería 2.2 por ciento más intensa. En contraste, en 2022 el valor de α es de
0.023, es decir, 2.3 por ciento más intenso que el observado. Al comparar las distribuciones
de 2016 con la de 2022, se aprecia que la mejora se traduce en una disminución del
coeficiente de Gini de 0.037 puntos; sin embargo, no se aprecia con claridad dominancia
entre las curvas de Lorenz del Gráfico 1. Al respecto, es necesario emplear otro conjunto de instrumentos del análisis distributivo,
como las curvas de Lorenz generalizadas, las cuales se aprecian en el Gráfico 2, demostrando que la curva de Lorenz generalizada del ingreso simulado de 2022 domina,
aun sin las transferencias, considerablemente a las demás, mostrando una disminución
en la desigualdad.
Gráfico 2
Curvas de Lorenz generalizadas. México 2016-2020.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2016, 2018, 2020 y 2022.
El impacto de la política, en términos de pobreza, se aprecia por la microsimulación
de las diferencias entre la tasa de pobreza observada y la simulada presentadas en
la Tabla 2. Se aprecia que, tanto en la pobreza total como en la extrema,2 el impacto de la política social sobre las tasas de pobreza, tanto rural como urbana,
oscila entre 0.58 y 1.83 por ciento. En el caso de la pobreza urbana total, el impacto
de la política social disminuía la pobreza en 2016 en 813,228 individuos, mientras
que en 2022 el impacto se cuantifica en 2´295,339 individuos. En el caso de la pobreza
urbana extrema, pasó de 2´021,026 a 2´353,695 entre 2016 y 2022. En términos comparativos,
la política social de la 4T es 2.8 veces más eficiente disminuyendo la pobreza urbana
total, mientras que tan sólo 1.16 veces más efectiva en la pobreza urbana extrema.
Desafortunadamente, no sucede el mismo escenario en el caso de la pobreza rural. Para
la pobreza rural total se observa un impacto de 941,947 en 2016 y 1´112,847 en 2022.
Más crítico es el caso de la pobreza rural extrema, en donde se estima un impacto
de 2´159,747 en 2016 y una disminución en 2022 al pasar a tan sólo 1´744,779. Esta
disminución no se resulta debido a que la población rural haya disminuido sino, por
el contrario, a que el nuevo diseño de la política social no es tan efectivo en el
combate a la pobreza extrema rural.
Tabla 2
Pobreza observada y simulada. México 2016, 2018, 2020 y 2022. Individuos y porcentajes.
|
Ámbito
|
Pobreza
|
Pobreza simulada
|
Diferencia
|
Pobreza extrema
|
Pobreza extrema simulada
|
Diferencia
|
2016 |
Urbana |
39.86%
|
40.53%
|
0.67%
|
10.57%
|
12.24%
|
1.67%
|
48,144,298
|
48,957,526
|
813,228
|
12,765,500
|
14,786,526
|
2,021,026
|
Rural |
15.45%
|
16.23%
|
0.78%
|
7.11%
|
8.90%
|
1.79%
|
18,656,156
|
19,598,103
|
941,947
|
8,590,882
|
10,750,629
|
2,159,747
|
2018 |
Urbana |
38.16%
|
38.74%
|
0.58%
|
9.45%
|
10.73%
|
1.28%
|
47,251,512
|
47,968,726
|
717,214
|
11,703,361
|
13,282,182
|
1,578,821
|
Rural |
15.59%
|
16.19%
|
0.60%
|
6.11%
|
7.60%
|
1.50%
|
19,298,495
|
20,045,006
|
746,511
|
7,561,255
|
9,414,372
|
1,853,117
|
2020 |
Urbana |
41.83%
|
42.81%
|
0.98%
|
13.40%
|
15.11%
|
1.72%
|
53,009,442
|
54,255,830
|
1,246,388
|
16,978,072
|
19,152,460
|
2,174,388
|
Rural |
14.49%
|
15.13%
|
0.63%
|
6.48%
|
7.70%
|
1.23%
|
18,369,388
|
19,172,586
|
803,198
|
8,207,892
|
9,761,907
|
1,554,015
|
2022 |
Urbana |
33.54%
|
35.32%
|
1.78%
|
8.67%
|
10.50%
|
1.83%
|
43,220,318
|
45,515,657
|
2,295,339
|
11,175,113
|
13,528,808
|
2,353,695
|
Rural |
13.52%
|
14.38%
|
0.86%
|
5.50%
|
6.85%
|
1.35%
|
17,422,014
|
18,534,861
|
1,112,847
|
7,086,406
|
8,831,185
|
1,744,779
|
Para evaluar la manera en la que la política social modifica la distribución del ingreso,
por medio de transferencias redistributivas, se muestra, en el Gráfico 3, las funciones de densidad del ingreso observado, mostrando que las transferencias
han ocasionado un desplazamiento de la curva hacia la derecha y un incremento de la
dispersión.
Gráfico 3
Curvas de densidad del ingreso observado. México 2020.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2020.
Es necesario profundizar en este hallazgo, el de la disminución de la tasa de pobreza,
el coeficiente de Gini y los desplazamientos de las curvas de distribución, por medio
de la evaluación de la progresividad o regresividad implícita en el diseño y ejecución
de la política de transferencias redistributivas. La progresividad de las políticas
públicas tiene sus bases en los principios de equidad y justicia social. En la medida
en la que la política beneficie a quien más lo merece, el efecto sobre la población
será mayor. Por el contrario, si la política no es progresiva, sino regresiva, implica
que se le brindan beneficios de redistribución a personas que no lo necesitan y el
uso de presupuesto público no satisface las necesidades de la población en su conjunto.
Una primera aproximación al análisis de la progresividad de las políticas públicas
se realiza con base en las curvas de concentración de los ingresos provenientes de
dichos programas. Si la curva se encuentra por encima de la recta de equidistribución,
entonces la política es progresiva, de lo contrario será regresiva. Además, se espera
que el comportamiento de la política sea acorde con una curva cóncava, desviaciones
de estas curvas muestran fallas en el diseño y la implementación.
En el Gráfico 4, se han agrupado las políticas redistributivas por año, se aprecia, por la concavidad
de las curvas de concentración, que la política anterior estaba correctamente diseñada,
pues se encuentra por encima de la recta de equidistribución y es decreciente. La
nueva política muestra deficiencias en el enfoque de progresividad ya que la parte
baja de la distribución es regresiva al encontrarse por debajo de la curva de equidistribución,
además el impacto es mucho menor en comparación con la política anterior.
Gráfico 4
Curvas de concentración política social redistributiva. México 2016-2022.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2016, 2018, 2020 y 2022.
Para evaluar el efecto global de la progresividad de los programas se construyen las
curvas de progresividad, las cuales son una herramienta tanto normativa como descriptiva
para evaluar el impacto de una transferencia pública (Duclos y Araar, 2006). Sea una transferencia pública B y p proporciones de ingreso, la curva de concentración se define como:
CB (p) representa la proporción del total de la transferencia redistributiva recibida por
la proporción p de la población. La curva de progresividad PR(p) se obtiene de la diferencia entre la curva de concentración de la transferencia
y la curva de Lorenz del ingreso observado PR(p) = CB (p) - L(p). De acuerdo con Duclos y Araar (2006) y Huesca y Araar (2014), la progresividad se refleja en el comportamiento de la curva de progresividad. Existen
dos enfoques para evaluarla: el enfoque de impuestos redistributivos (Tax Redistribution Approach TR) y el de ingresos redistributivos (Income Redistribution Approach IR). Siguiendo el enfoque de Huesca y Araar (2014), la transferencia B es IR progresiva,
sí PR(p) = CB (p) - L(p) > 0 ∀ p ∈ [0,1].
Gráfico 5
Curvas de progresividad de programas sociales. México 2016-2022.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2016, 2018, 2020 y 2022.
En el Gráfico 5 se aprecian las curvas de progresividad por año, mostrando que en los dos últimos
años hay problemas de diseño, pues las curvas se cargan hacia la derecha, mostrando
que la diferencia entre la curva de concentración y la curva de Lorenz es mayor en
esos segmentos de la distribución. A pesar de que siguen siendo progresivas, todas
las curvas son positivas, el diseño no es idóneo reflejando distorsiones en la parte
baja de la distribución. Se esperaría que la curva estuviera más pronunciada en la
parte baja de la distribución, reflejando una mayor redistribución hacia ese segmento
de la población; sin embargo, sucede lo contrario.
Para evaluar, con mayor precisión, la mala progresividad de los programas mencionados
se construyen curvas de participación deficitaria, que tradicionalmente se emplea
para evaluar las diferencias entre el ingreso observado y el beneficio recibido por
la transferencia DSB (p) = p - CB (p) y así conocer los percentiles en los que la redistribución genera distorsiones.
El Gráfico 6 ilustra las curvas de participación deficitaria para la política redistributiva,
reflejando que, en el caso del cambio de paradigma, una gran parte de los beneficios
no se otorgan a personas ubicadas en la parte baja de la distribución. Como lo sugiere
el impacto sobre la pobreza extrema rural.
Gráfico 6
Curvas de participación deficitaria, política social. México 2016-2022.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2020.
Para evaluar la progresividad global de las transferencias se construyen los índices
de progresividad de Reynolds-Smolensky, los cuales se basan en el enfoque IR (Income Redistribution Approach) y se construye como dos veces el área entre la curva de concentración CB (p) y la curva de Lorenz L(p). Estos índices son una medida global que permite evaluar si el programa en cuestión
es progresivo o regresivo a lo largo de toda la distribución. Si el valor del índice
RSB > 0 de transferencia es progresivo, de lo contrario sería regresiva. En la Tabla 3 se presentan los índices Reynolds-Smolensky, los cuales indican la progresividad
de todos los programas; sin embargo, el 2016 es el más progresivo, perdiendo progresividad
con los años y repuntando en el último.
Tabla 3
Índices de Progresividad. México 2020.
Programa
|
Reynolds-Smolensky
|
Redistribución_2016
|
0.0564
|
Redistribución_2018
|
0.0462
|
Redistribución_2020
|
0.0416
|
Redistribución_2022
|
0.0449
|
A la luz de estos resultados conviene preguntarse si la política social se encuentra
bien distribuida entre la población. Se ha demostrado, por medio de instrumentos del
análisis distributivo, que los nuevos programas sociales tienen problemas de diseño
e implementación, así como de focalización y progresividad. La evaluación de impacto
de los programas sociales estudiados se observa en la Tabla 4. En la columna A se muestra el impacto de la política redistributiva al contabilizar
el número de individuos que reciben transferencias monetarias. Se muestra una tendencia
al alza en el ámbito urbano, pasando de 6´009,413 en 2016 a 8´425,732 individuos en
2022. Por el contrario, en el ámbito rural, la tendencia es a la baja, pasando de
4´134,156 en 2016 a 3´823,623 individuos en 2022. En la columna B se identifican los
individuos que reciben la transferencia y no se encuentran en situación de pobreza.
La columna C muestra los individuos que aun recibiendo la transferencia no consiguen
superar la condición de pobreza. En la columna D se muestran los individuos que sin
la transferencia seguían siendo no pobres. En la columna E se encuentran los individuos
que recibieron la transferencia y ésta les ayudó a superar la condición de pobreza.
Tabla 4
Impacto sobre la población pobre y no pobre. México 2016, 2018, 2020 y 2022. Individuos
y porcentajes con respecto al total nacional.
Año
|
Ámbito
|
Observadas
|
Simuladas
|
Impacto
|
Impacto sobre la población no pobre
|
Población pobre con transferencias
|
Población que no necesita la transferencia
|
Población que logró salir de la pobreza con la transferencia
|
A
|
B
|
C
|
D
|
E
|
2016 |
Urbana |
4.98%
|
3.81%
|
1.16%
|
3.36%
|
0.46%
|
6,009,413
|
4,606,206
|
1,403,207
|
4,055,370
|
550,836
|
Rural |
3.42%
|
2.17%
|
1.25%
|
1.66%
|
0.51%
|
4,134,156
|
2,624,038
|
1,510,118
|
2,008,291
|
615,747
|
2018 |
Urbana |
4.40%
|
3.36%
|
1.04%
|
3.00%
|
0.36%
|
5,448,813
|
4,162,100
|
1,286,713
|
3,712,460
|
449,640
|
Rural |
3.39%
|
2.31%
|
1.08%
|
1.88%
|
0.43%
|
4,196,645
|
2,862,645
|
1,334,000
|
2,329,370
|
533,275
|
2020 |
Urbana |
5.23%
|
4.32%
|
0.91%
|
3.74%
|
0.57%
|
6,627,056
|
5,468,593
|
1,158,463
|
4,745,583
|
723,010
|
Rural |
2.38%
|
1.72%
|
0.66%
|
1.31%
|
0.41%
|
3,013,536
|
2,178,381
|
835,155
|
1,663,117
|
515,264
|
2022 |
Urbana |
6.54%
|
5.69%
|
0.85%
|
5.04%
|
0.65%
|
8,425,732
|
7,332,552
|
1,093,180
|
6,490,521
|
842,031
|
Rural |
2.97%
|
2.27%
|
0.70%
|
1.79%
|
0.48%
|
3,823,623
|
2,922,605
|
901,018
|
2,308,567
|
614,038
|
Este hallazgo es de suma importancia pues refleja que, si los programas tuvieran una
mejor focalización, mejoraría la progresividad y disminuirían las tasas de pobreza
y los índices de desigualdad.
Por último, hay indicios de que la política social se encuentra fuertemente sesgada
hacia algunas entidades federativas, reflejando cierta predilección por entidades
que no representan a la población más vulnerable. Al construir las curvas de concentración
para toda la política de la 4T, pero diferenciando por entidad federativa, Gráfico 7, se encuentra que hay entidades en las que la progresividad se da de manera más intensa,
incluso hay entidades en las que la redistribución se da entre los percentiles altos
de la distribución. Sucede lo mismo con las curvas de participación deficitaria por
entidad federativa, Gráfico 8, hay una distribución espacial sesgada de la redistribución del ingreso entre deciles
y entre entidades.
Gráfico 7
Curvas de concentración de 4T por entidad federativa. México 2020.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2020.
Gráfico 8
Curvas de participación deficitaria 4T por entidad federativa. México 2020.

Fuente: Elaboración propia con base en ENIGH 2020.
En la Tabla 5 se reproduce el ejercicio de evaluación de impacto para la población pobre y no pobre
diferenciando por entidad federativa mostrando que, en efecto, hay entidades en las
que se da prioridad al impacto de la política pública, siendo Guerrero, Oaxaca, Chiapas
y Tabasco, los estados con el mayor porcentaje de individuos beneficiados. Al mismo
tiempo, son el Estado de México y Veracruz los que reportan el mayor impacto en número
de personas. De los resultados mostrados en la Tabla 5 el conjunto de datos relevantes se encuentra en la columna diferencia, la cual muestra la distancia entre la población que recibe beneficios y la población
no pobre que si los recibe mostrando el impacto de la política pública sobre la población
pobre por entidad federativa, donde el mejor impacto se da en Chiapas, Guerrero, Oaxaca,
Puebla y Tabasco. En la Tabla 6 se presenta el impacto de la política sobre la desigualdad del ingreso por medio
de una descomposición de la desigualdad por grupos. Se recurre a la descomposición
de la familia de índices generalizados de entropía por entidad federativa. Se muestra
el índice de Theil nacional, sus correspondientes valores por entidad federativa y
los propios para la variable simulada del ingreso. Reflejando que, en la mayoría de
los casos, la disminución en la desigualdad es tan sólo 2 por ciento, al igual que
en el ámbito nacional, salvo en los casos de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz,
donde el índice de Theil aumentó más de dos puntos. También se reporta el ingreso
promedio de la entidad federativa como porcentaje del ingreso promedio nacional, tanto
observado como simulado, mostrando que hubo casos excepcionales en los que el ingreso
promedio de la entidad incluso disminuyó después de la redistribución como en el caso
de Chihuahua, Nuevo León y Baja California Sur. Por último, se muestra la contribución
relativa a la desigualdad, mostrando que es la Ciudad de México, el Estado de México
y Nuevo León los que más aportan a la desigualdad global y Campeche, Colima y Tlaxcala
los que menos.
Tabla 5
Pobreza observada y simulada por entidad federativa. México 2020.
Entidad
|
Pobreza
|
Pobreza extrema
|
Pobreza simulada
|
Pobreza extrema simulada
|
Impacto general
|
Impacto sobre la población no pobre
|
Diferencia
|
Aguascalientes |
38.7%
|
8.6%
|
39.9%
|
9.6%
|
24.5%
|
22.4%
|
2.2%
|
555,759
|
123,138
|
573,068
|
137,766
|
352,287
|
320,976
|
31,311
|
Baja California |
30.4%
|
5.2%
|
31.5%
|
6.1%
|
17.3%
|
16.7%
|
0.6% |
1,151,696
|
195,992
|
1,192,556
|
229,142
|
655,139
|
631,599
|
23,540
|
Baja California |
35.9%
|
8.9%
|
37.3%
|
10.1%
|
26.4%
|
24.2%
|
2.2%
|
290,196
|
71,683
|
302,051
|
81,367
|
213,835
|
195,901
|
17,934
|
Campeche |
57.7%
|
22.8%
|
60.0%
|
26.2%
|
37.3%
|
27.3%
|
10.0%
|
539,365
|
212,672
|
560,438
|
245,274
|
348,788
|
255,206
|
93,582
|
Chiapas |
78.8%
|
44.1%
|
80.7%
|
50.1%
|
46.7%
|
25.1%
|
21.6% |
4,401,442
|
2,466,438
|
4,506,910
|
2,800,414
|
2,610,897
|
1,404,483
|
1,206,414
|
Chihuahua |
37.7%
|
9.0%
|
38.8%
|
10.0%
|
18.1%
|
16.0%
|
2.1%
|
1,417,091
|
337,180
|
1,461,984
|
375,706
|
681,983
|
602,014
|
79,969
|
Ciudad de México |
43.8%
|
11.8%
|
45.4%
|
14.0%
|
29.0%
|
26.5%
|
2.5%
|
4,043,853
|
1,089,209
|
4,190,372
|
1,294,979
|
2,681,279
|
2,446,317
|
234,962
|
Coahuila |
40.2%
|
8.9%
|
41.2%
|
9.9%
|
18.5%
|
17.1%
|
1.5% |
1,273,456
|
282,682
|
1,306,313
|
314,725
|
587,291
|
540,825
|
46,466
|
Colima |
33.8%
|
6.3%
|
36.1%
|
8.1%
|
27.5%
|
25.7%
|
1.8%
|
248,053
|
45,930
|
264,852
|
59,160
|
201,678
|
188,432
|
13,246
|
Durango |
51.1%
|
14.0%
|
53.0%
|
16.3%
|
29.6%
|
25.5%
|
4.1%
|
944,437
|
259,492
|
979,833
|
301,977
|
547,468
|
472,314
|
75,154
|
Guanajuato |
51.1%
|
11.9%
|
53.1%
|
14.0%
|
26.4%
|
23.2%
|
3.2%
|
3,169,473
|
734,566
|
3,291,205
|
867,498
|
1,638,642
|
1,438,398
|
200,244
|
Guerrero |
70.4%
|
34.9%
|
73.3%
|
40.9%
|
52.8%
|
33.0%
|
19.8% |
2,505,864
|
1,240,187
|
2,607,809
|
1,456,819
|
1,880,009
|
1,174,859
|
705,150
|
Hidalgo |
57.2%
|
16.9%
|
60.1%
|
21.4%
|
37.8%
|
29.8%
|
8.0%
|
1,770,489
|
522,375
|
1,860,265
|
663,312
|
1,168,585
|
920,787
|
247,798
|
Jalisco |
41.2%
|
7.4%
|
42.8%
|
8.9%
|
21.0%
|
19.1%
|
1.9%
|
3,451,021
|
620,841
|
3,583,837
|
744,407
|
1,756,918
|
1,600,411
|
156,507
|
Michoacán |
49.9%
|
14.5%
|
51.8%
|
17.2%
|
33.1%
|
28.1%
|
5.0%
|
2,389,514
|
694,736
|
2,485,318
|
826,401
|
1,585,257
|
1,347,372
|
237,885
|
Morelos |
60.1%
|
20.1%
|
61.6%
|
22.9%
|
28.4%
|
23.3%
|
5.1%
|
1,186,581
|
396,735
|
1,216,513
|
451,958
|
560,147
|
460,169
|
99,978
|
México |
60.6%
|
19.5%
|
61.8%
|
20.7%
|
20.7%
|
17.1%
|
3.6%
|
10,357,257
|
3,322,753
|
10,550,793
|
3,539,445
|
3,532,476
|
2,916,029
|
616,447
|
Nayarit |
37.5%
|
9.7%
|
39.5%
|
11.4%
|
28.5%
|
25.8%
|
2.7%
|
464,001
|
120,452
|
489,053
|
141,272
|
353,240
|
319,757
|
33,483
|
Nuevo León |
35.7%
|
7.3%
|
37.1%
|
8.2%
|
20.4%
|
19.0%
|
1.4% |
2,087,751
|
430,037
|
2,170,565
|
483,114
|
1,196,149
|
1,111,778
|
84,371
|
Oaxaca |
64.1%
|
28.7%
|
66.5%
|
34.4%
|
48.4%
|
33.0%
|
15.4% |
2,671,240
|
1,196,864
|
2,771,628
|
1,433,947
|
2,016,151
|
1,373,150
|
643,001
|
Puebla |
69.9%
|
26.2%
|
71.0%
|
30.0%
|
34.5%
|
24.4%
|
10.1%
|
4,634,071
|
1,737,174
|
4,704,532
|
1,985,808
|
2,283,421
|
1,614,155
|
669,266
|
Querétaro |
39.9%
|
8.4%
|
41.1%
|
9.5%
|
23.1%
|
21.2%
|
1.9%
|
956,127
|
200,719
|
985,500
|
227,860
|
553,986
|
507,360
|
46,626
|
Quintana Roo |
57.0%
|
23.1%
|
58.4%
|
25.1%
|
24.4%
|
17.5%
|
7.0%
|
1,071,401
|
434,731
|
1,098,216
|
471,019
|
459,580
|
328,536
|
131,044
|
San Luis Potosí |
51.5%
|
17.8%
|
53.7%
|
21.3%
|
34.6%
|
26.3%
|
8.3%
|
1,459,888
|
504,451
|
1,521,123
|
603,419
|
980,131
|
745,583
|
234,548
|
Sinaloa |
36.2%
|
6.6%
|
39.1%
|
9.1%
|
34.0%
|
31.8%
|
2.2%
|
1,101,814
|
199,400
|
1,189,497
|
275,817
|
1,034,337
|
967,742
|
66,595
|
Sonora |
40.1%
|
10.1%
|
41.9%
|
11.6%
|
27.3%
|
24.6%
|
2.7%
|
1,186,291
|
298,391
|
1,237,639
|
342,843
|
805,886
|
727,473
|
78,413
|
Tabasco |
59.7%
|
22.5%
|
61.9%
|
27.3%
|
39.9%
|
30.5%
|
9.4%
|
1,441,040
|
542,349
|
1,496,349
|
658,300
|
963,958
|
737,635
|
226,323
|
Tamaulipas |
48.3%
|
12.7%
|
49.9%
|
14.2%
|
25.1%
|
21.7%
|
3.3%
|
1,705,943
|
446,982
|
1,761,350
|
502,366
|
884,920
|
767,623
|
117,297
|
Tlaxcala |
68.7%
|
27.7%
|
70.5%
|
31.2%
|
31.8%
|
23.9%
|
7.9%
|
927,646
|
374,092
|
951,935
|
421,463
|
429,014
|
322,120
|
106,894
|
Veracruz |
64.5%
|
24.4%
|
66.8%
|
29.5%
|
38.2%
|
28.0%
|
10.2%
|
5,230,625
|
1,978,103
|
5,415,214
|
2,390,191
|
3,092,491
|
2,268,627
|
823,864
|
Yucatán |
58.6%
|
21.4%
|
61.0%
|
25.5%
|
36.2%
|
27.8%
|
8.4%
|
1,369,504
|
499,730
|
1,426,978
|
595,112
|
845,938
|
649,546
|
196,392
|
Zacatecas |
54.3%
|
17.0%
|
56.4%
|
20.4%
|
30.1%
|
26.0%
|
4.1%
|
884,564
|
277,152
|
918,192
|
332,238
|
490,237
|
423,271
|
66,966
|
Total |
52.8%
|
17.2%
|
54.5%
|
19.9%
|
29.5%
|
23.5%
|
6.0%
|
66,887,453
|
21,857,236
|
69,071,888
|
25,255,119
|
37,392,118
|
29,780,448
|
7,611,670
|
Tabla 6
Descomposición de la desigualdad por entidad federativa. México 2020.
Entidad
|
Índice de Theil
|
Porcentaje del ingreso nacional promedio
|
Contribución relativa a la desigualdad
|
Observado
|
Simulado
|
Observado
|
Simulado
|
Observado
|
Simulado
|
Aguascalientes |
0.281
|
0.290
|
116%
|
117%
|
0.90%
|
0.89%
|
Baja California |
0.433
|
0.440
|
146%
|
148%
|
4.58%
|
4.50%
|
Baja California Sur |
0.345
|
0.356
|
136%
|
138%
|
0.73%
|
0.73%
|
Campeche |
0.391
|
0.418
|
93%
|
93%
|
0.66%
|
0.66%
|
Coahuila |
0.283
|
0.292
|
117%
|
118%
|
2.02%
|
2.00%
|
Colima |
0.303
|
0.315
|
131%
|
131%
|
0.56%
|
0.56%
|
Chiapas |
0.430
|
0.481
|
54%
|
52%
|
2.50%
|
2.56%
|
Chihuahua |
0.463
|
0.476
|
132%
|
134%
|
4.44%
|
4.39%
|
Ciudad de México |
0.376
|
0.391
|
127%
|
128%
|
8.51%
|
8.45%
|
Durango |
0.652
|
0.677
|
102%
|
102%
|
2.37%
|
2.35%
|
Guanajuato |
0.272
|
0.286
|
92%
|
92%
|
2.97%
|
2.98%
|
Guerrero |
0.358
|
0.402
|
64%
|
62%
|
1.57%
|
1.62%
|
Hidalgo |
0.300
|
0.326
|
81%
|
79%
|
1.44%
|
1.47%
|
Jalisco |
0.308
|
0.319
|
114%
|
115%
|
5.65%
|
5.61%
|
México |
0.447
|
0.460
|
93%
|
94%
|
13.73%
|
13.57%
|
Michoacán |
0.319
|
0.342
|
94%
|
94%
|
2.77%
|
2.81%
|
Morelos |
0.331
|
0.349
|
87%
|
86%
|
1.09%
|
1.09%
|
Nayarit |
0.307
|
0.323
|
115%
|
115%
|
0.84%
|
0.84%
|
Nuevo León |
0.453
|
0.463
|
147%
|
148%
|
7.48%
|
7.36%
|
Oaxaca |
0.384
|
0.428
|
72%
|
70%
|
2.20%
|
2.27%
|
Puebla |
0.391
|
0.418
|
74%
|
73%
|
3.68%
|
3.71%
|
Querétaro |
0.339
|
0.350
|
119%
|
120%
|
1.86%
|
1.84%
|
Quintana Roo |
0.426
|
0.447
|
96%
|
96%
|
1.47%
|
1.48%
|
San Luis Potosí |
0.383
|
0.410
|
94%
|
93%
|
1.95%
|
1.97%
|
Sinaloa |
0.301
|
0.318
|
117%
|
117%
|
2.06%
|
2.07%
|
Sonora |
0.365
|
0.379
|
130%
|
131%
|
2.71%
|
2.69%
|
Tabasco |
0.388
|
0.422
|
84%
|
83%
|
1.51%
|
1.54%
|
Tamaulipas |
0.379
|
0.392
|
109%
|
109%
|
2.80%
|
2.77%
|
Tlaxcala |
0.283
|
0.302
|
69%
|
68%
|
0.51%
|
0.51%
|
Veracruz |
0.320
|
0.350
|
73%
|
72%
|
3.65%
|
3.71%
|
Yucatán |
0.436
|
0.465
|
96%
|
95%
|
1.87%
|
1.89%
|
Zacatecas |
0.503
|
0.528
|
92%
|
92%
|
1.46%
|
1.44%
|
Within |
|
|
|
|
92.55%
|
92.33%
|
Between |
|
|
|
|
7.43%
|
7.67%
|
Nacional |
0.410272
|
0.430964
|
|
|
100%
|
100%
|
Por último, se reportan los índices de progresividad Reynolds-Smolenksy de la 4T por
entidad federativa, Tabla 7, demostrando que la política, en general, es progresiva, aunque con preferencia en
ciertas entidades. Se aprecia que Jóvenes Construyendo el Futuro no reporta efectos
progresivos, pues la mayoría de los índices para las entidades son cercano a 0. Por
el contrario, Adultos Mayores reportan mayor progresividad en San Luis Potosí, Hidalgo,
Campeche y Oaxaca. De manera agregada, toda la política 4T es progresiva en Tabasco,
Guerrero, Oaxaca y Campeche. Es importante destacar el caso de Tabasco que aunque
se encuentra en las entidades con mayor impacto progresivo de la 4T no se encuentra
entre los más altos para las tasas de pobreza (59.7 y 22.5 por ciento en pobreza total
y extrema, respectivamente), tampoco se encuentra entre los más desiguales con un
índice de Theil menor al nacional (0.38), su ingreso promedio se encuentra ligeramente
debajo del promedio nacional (84 por ciento), a pesar de esto, 39.9 por ciento de
su población recibe transferencias gubernamentales, de las cuales tan sólo 9.4 por
ciento se encuentra por debajo de las líneas de pobreza.
Tabla 7
Índices de Progresividad: 4T, Jóvenes Construyendo el Futuro y Adultos Mayores. México
2020.
Entidad
|
4T
|
JCF
|
PAM
|
Baja California Sur |
0.01
|
0.00
|
0.01
|
Chihuahua |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
Coahuila |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
Nuevo León |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
Aguascalientes |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
Querétaro |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
México |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
Baja California |
0.02
|
0.00
|
0.01
|
Jalisco |
0.02
|
0.00
|
0.02
|
Ciudad de México |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Tamaulipas |
0.03
|
0.00
|
0.01
|
Sonora |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Colima |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Nayarit |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Guanajuato |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Durango |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Morelos |
0.03
|
0.00
|
0.02
|
Sinaloa |
0.04
|
0.00
|
0.02
|
Zacatecas |
0.04
|
0.00
|
0.02
|
Tlaxcala |
0.04
|
0.00
|
0.02
|
Quintana Roo |
0.04
|
0.01
|
0.01
|
Michoacán |
0.04
|
0.00
|
0.02
|
Yucatán |
0.05
|
0.00
|
0.02
|
Puebla |
0.05
|
0.00
|
0.02
|
Chiapas |
0.05
|
0.01
|
0.02
|
San Luis Potosí |
0.06
|
0.00
|
0.03
|
Veracruz |
0.06
|
0.00
|
0.02
|
Hidalgo |
0.06
|
0.00
|
0.03
|
Tabasco |
0.06
|
0.01
|
0.02
|
Guerrero |
0.08
|
0.00
|
0.02
|
Oaxaca |
0.08
|
0.00
|
0.04
|
Campeche |
0.09
|
0.01
|
0.03
|
Conclusiones
Los programas sociales de transferencias directas, aunque han sido ampliamente benéficos
para la población y el desarrollo de los pueblos, se han utilizado, bajo diferentes
perspectivas, como instrumento clientelar. Con el cambio de paradigma del gobierno
del presidente López Obrador se postula que la nueva política social ha cambiado para
mejorar las condiciones de la población más vulnerable de México. Por medio de la
propuesta de una metodología alternativa de evaluación de impacto, basada en Modelos
de Microsimulación, se analizó si el efecto de las transferencias directas mejora
las condiciones de pobreza y desigualdad del ingreso en México entre los años 2016
y 2022. Por medio de una inspección de los cambios en los argumentos administrativos
y con modelos y variables de simulación, fue posible corroborar las hipótesis propuestas
en esta investigación. Se demostró que el impacto de la política pública de transferencias
directas del gobierno de López Obrador no disminuye considerablemente las tasas de
pobreza, tampoco mejora la desigualdad del ingreso ni el bienestar social, pues, sin
importar el gobierno en turno, la política redistributiva disminuye las tasas de pobreza,
aproximadamente, en dos puntos porcentuales. Se demuestra que los programas de transferencias
directas, al abandonar los criterios de focalización con los que se diseñaron, ocasionan
distorsiones en los efectos redistributivos, disminuyendo su progresividad. También
se ha demostrado que esta pérdida de focalización se ha sustituido por asignación
espacial hacia ciertas entidades federativas y hacia individuos que no se encuentran
en situación de pobreza y vulnerabilidad, ocasionando que una gran cantidad de recursos
públicos no se destinen de la manera socialmente más eficiente. En términos de eficiencia
en el uso de los recursos públicos el gobierno debería replantear la estrategia de
combate a la pobreza y la desigualdad poniendo un mayor empeño en identificar a los
individuos en condiciones de pobreza y retomar criterios de focalización que permitan
optimizar el uso de los recursos públicos.