Ricardo Solis Rosales: economista comprometido con nuestro país

Parece que fue ayer cuando a fines de los 1990 apareció en la mesa de mi casa una carpeta con el nombre de Ricardo Solís y el tema de Fobaproa. La había llevado mi hijo Carlos, discípulo de Ricardo. Cuando le pregunté a Ricardo sobre su contenido me explicó que era un estudio solicitado por un bloque de diputados del Congreso para reducir el monto de la deuda, por la eliminación de los deudores con indicaciones de fraude u operaciones irregulares. Años después Ricardo Solís escribió un análisis formal de este problema y relató que, en efecto, un grupo importante de diputados panistas tenían la intención de votar en favor de esta iniciativa. El desenlace del problema fue el contrario y está fuera de este escrito su discusión política. Lo que me quedó muy claro es que Ricardo dedicó mucho tiempo a reflexionar sobre el papel de los bancos centrales en las crisis financieras y sus reflexiones tuvieron relación con los problemas reales de nuestro país.

Estas reflexiones quedaron plasmadas en diversos escritos, como la revisión publicada en compañía de actores políticos,¹ o análisis de su exclusiva responsabilidad.² Dichas reflexiones fueron fruto de sus estudios previos sobre el papel que han tenido las crisis en nuestra historia.³ Por eso afirmo que Ricardo Solís fue un profesor que combinó su visión amplia de la historia económica y en particular de las crisis financieras, con los problemas sociales y políticos de nuestra realidad.

Otro aspecto que quiero destacar de Ricardo fue su compromiso con el desarrollo académico y con el efecto que nuestras investigaciones pudieran tener en asuntos tan concretos como el apoyo a la innovación tecnológica de las empresas. Para ello deseo recordar su papel como asesor del rector de Iztapalapa, Julio Rubio, en el periodo 1990 a 1993, cuando presentó ante el entonces secretario de Comercio y Fomento Industrial, Jaime Serra Puche, los resultados de su amigo cercano, Enrique Hernández Laos, quien había hallado que la apertura apresurada de nuestro mercado estaba causando gran perjuicio a las Pymes, las cuales no podían innovar para mantenerse frente a la competencia de las empresas asiáticas, apoyadas por sus gobiernos en sus actividades de investigación y desarrollo. El secretario Serra Puche, no pareció interesarse en el tema, pero lo que a mí no se me puede olvidar es el compromiso de Ricardo Solís por relacionar las investigaciones de nuestra universidad con las decisiones políticas del momento.

Su compromiso con la universidad, desde su trinchera de profesor, se manifestó por sus intentos por el debate y discusión de las huelgas a través del sector académico sindicalizado. Eso no fue muy bien visto por los sectores más radicales del Situam pero son parte del debate de largo plazo que han tenido los sectores académicos y administrativos en las muchas huelgas que nunca han logrado sus propósitos salariales pero si se han traducido en pérdidas de tiempo para alumnos y académicos.

Ricardo me mostró su lado solidario cuando formó parte de los amigos y colegas que acompañaron a mi finada mujer, Vania Salles, en su larga enfermedad terminal. En especial, no cejó en buscar apoyos que le dieran a ella alguna esperanza de remisión y eso ayudó a que Vania pudiera enfrentar con valentía y lucidez su trayecto final.

Además, deseo recordar las largas y fructíferas conversaciones que tuve en los almuerzos con Ricardo quien me impartió cursos breves y sustanciosos de la teoría económica y me motivó a relacionar los problemas del desarrollo científico y tecnológico con las realidades económicas del país.

En resumen, quiero resaltar que Ricardo fue una fina persona, respetuoso de los puntos de vista ajenos y estuvo comprometido en relacionar sus estudios teóricos con los problemas políticos y económicos de nuestra realidad.