Introducción
Los vínculos mediados por el conocimiento entre los intelectuales y el gobierno han
sido estudiados desde hace mucho tiempo, por ejemplo, Weber (2007) es uno de los clásicos en este sentido, aclarando y advirtiendo sobre los límites
y la naturaleza de ambos actores sociales. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado
y hasta nuestros días se ha venido ampliando y profundizando el análisis al respecto,
sobre todo en lo que concierne a la perspectiva técnica y política de la función pública
(Aguilar, 2016; Cabrero, 2016; García-Galván, 2022; Méndez, 2020; Rodríguez et al., 2021).
Adicionalmente a lo anterior, desde antes de la década de 1980 también se ha persuadido
a las organizaciones del conocimiento1 (universidades) para que el conocimiento2 producido, difundido y movilizado contribuya a resolver distintos y complejos problemas
de las sociedades de nuestro tiempo. Esta perspectiva puede sintetizarse en los términos
de impulsar y consolidar una función de desarrollo económico y social en las universidades
(Arocena y Sutz, 2000, 2021; Etzkowitz, 1998; Naidorf, 2014; Sábato y Botana, 1968). En consecuencia, la convergencia, epistémica y política con el gobierno aumentó
exponencialmente en la atención de los problemas públicos, porque ello implica focalizar
conocimientos científico-tecnológicos, capacidades y recursos en la solución de demandas
productivas, sociales y culturales.
Un ejemplo reciente de colaboración estrecha entre el gobierno y las organizaciones
del conocimiento fue la respuesta dada a la atención multidimensional de la pandemia
de Covid-19, que implicó en primer término el desarrollo de vacunas en un tiempo récord,
pero también muchas otras acciones y propuestas para mitigar los efectos de la pandemia;
en las múltiples propuestas y acciones estuvieron incluidas no sólo las ciencias naturales
y las tecnologías, sino que también las áreas del conocimiento de lo social y las
humanidades estuvieron muy activas en hacer contribuciones desinteresadas para detener
o mitigar los efectos devastadores de la pandemia (Amaro, 2023; Casas et al., 2022; García-Galván y Carbajal, 2022).
En este trabajo se parte de la hipótesis de que en las universidades nacionales públicas
y privadas se desarrolla una colaboración basada en el conocimiento con el gobierno,
que puede considerarse como inercial y de baja intensidad, pero una vez que se comprende
su relevancia política ésta se puede extender y profundizar. Asimismo, el objetivo
que se tiene es explicitar las bases epistémicas y políticas del proceso de la colaboración
basada en el conocimiento entre las universidades y el gobierno.
La relevancia del contenido de este documento subyace en que es necesario precisar
los nexos ontológicos entre las universidades y el gobierno como dos grandes instituciones
de las sociedades de nuestro tiempo. La cada vez mayor complejidad y diversidad de
las problemáticas públicas y sociales ameritan de una gran cantidad de información
y conocimiento científico-tecnológico como insumos básicos para tomar decisiones adecuadas.
Las universidades (sobre todo las públicas) requieren reivindicarse ante la sociedad
y el gobierno (como su representante) ante el déficit de legitimidad social que arrastran
desde hace décadas, por lo cual la movilización del conocimiento generado y la concreción
en sus aportes al desarrollo económico y social son condiciones necesarias para responder
a los múltiples problemas públicos.
En lo que se refiere al perfil metodológico se trata de un estudio exploratorio de
la colaboración basada en el conocimiento universidad-gobierno, a partir de la aplicación
de la técnica de la encuesta a investigadores científicos miembros del Sistema Nacional
de Investigadores de cuatro universidades nacionales.
El documento se integra por cuatro apartados. El primero aborda los fundamentos teórico-conceptuales
mínimos de la cooperación de la academia con el gobierno, así como los motivos que
impulsan este tipo de colaboración. La segunda parte trata sobre las modalidades de
interacción entre los dos actores en mención, que van desde los vínculos en la formación
hasta el compartimiento de conocimiento científico-tecnológico. En la tercera sección
se desagrega el método empleado para la colección de evidencias. Por último, en el
cuarto apartado se despliegan los resultados empíricos y su análisis correspondiente.
I. Bases teórico-conceptuales de la colaboración Universidad-Gobierno
Tanto la universidad como el gobierno son de los principales actores sin los cuales
no se podrían entender las sociedades y economías de nuestro tiempo; y a medida que
las actividades económicas y sociales se vuelven cada vez más complejas, éstas precisan
de relaciones gubernamentales y del conocimiento también cada día más intrincadas.
Si se piensa un poco en cuál es la esencia y la finalidad del gobierno,3 éste es un ente que se integra para dar cause a una serie de demandas de los ciudadanos;
es decir, puede verse como la concreción de la política, cuando la potentia o el pueblo que detenta el poder delega en la potestas (gobierno) la conducción adecuada de sus demandas, deseos, anhelos (Dussel, 2019), y aunque la autoridad original siempre reside en el pueblo, a medida que la comunidad
crece, la interacción y el diálogo directos se vuelven una imposibilidad, y entonces,
la misma comunidad transfiere su poder de decisión a los representantes. De este modo,
en todo momento la potencia es inherente a la comunidad, y la naturalidad de la autoridad
representante o el gobierno per se ejerce un poder delegado. Eso es la esencia primera del gobierno. En la perspectiva
de Piccone (2019), el ejercicio del gobierno también amerita todo un aparato administrativo y burocrático.
Así también, retomando a Rodríguez et al. (2021: 31), sería algo así como conciliar eficiencia técnica con legitimidad política.
Tanto Dussel (2019) como Weber (2007) sostienen que la máxima expresión positiva de la política es el ejercicio del poder
delegado para responder directamente a los designios de la comunidad. En términos
de Weber vivir para la política equivale a decir, vivir y actuar para servir a la
comunidad, al pueblo, al ciudadano por convicción (Piccone, 2019). En tanto que cuando se busca actuar en la política para conquistar el poder per se, o para vivir de o servirse de la política, en términos de Dussel (2019) se trata de una fetichización del poder derivado de la política. Pero si la comunidad,
el pueblo, el barrio, el ejido poseen el máximo poder, ¿por qué entonces eligen a
sus autoridades representantes? Veamos:
Para potencializar su vida en comunidad, las personas requieren actuar unidas para
protegerse ante las amenazas, y conjuntar esfuerzos para mejorar sus condiciones de
vida (económica, social, cultural) que de manera individual no lo podrían hacer. Como
lo señala Dussel (2019), el despliegue de la política va unido al deseo de incrementar las condiciones de
vida de la comunidad.4 Resolver las problemáticas que son comunes a todos o a las mayorías.
En la búsqueda de alternativas de solución para las diversas y complejas problemáticas
de las sociedades contemporáneas, pueden identificarse al menos tres enfoques clásicos.
En primer lugar se tiene la administración pública tradicional (Cabrero, 2016), en segundo la nueva gestión pública (Arellano, 2016; Cabrero, 2016; Guerrero, 2003) que se fue desarrollando y consolidando muy de la mano con las herramientas de análisis
e instrumentos de la economía neoclásica; y en tercer lugar está el enfoque de las
políticas públicas5 (Aguilar, 2016; Méndez, 2016, 2020; Rodríguez et al., 2021), que pueden entenderse como un conjunto de acciones del Estado-gobierno (representante
de la sociedad) dirigido a resolver un problema estatal y proveer un bien público
(Méndez, 2020: 51).
Lo central en las políticas públicas también radica en el hecho de que tienen una
dimensión política y una técnica, o en otras palabras, un componente normativo y uno
científico-técnico. Así pues, son acciones de política en tanto se orientan a realizar
objetivos de interés y beneficio social general de acuerdo con el marco normativo
vigente, y por el otro, son acciones que se sustentan en un razonamiento técnico-causal
con la intención de lograr los objetivos deseados y conseguir que las intenciones
de los gobernantes se vuelvan hechos sociales (Aguilar, 2016: 17).
La política pública también se entiende como un plan de acción, un plan limitado hacia
el logro de objetivos relacionados con la solución de problemas públicos específicos,
y con la mejora de situaciones de vida social, de las cuales cada una es diferente
y posee su propia circunstancia (Aguilar, 2016: 31).
Aunque a veces pareciera que todas las decisiones y acciones del gobierno están en
el marco de las políticas públicas, como lo menciona Aguilar (2016: 28), no toda política gubernamental es pública, a menos que reúna los siguientes requisitos:
obedezca la ley pública (sin arbitrariedades y discriminaciones), gaste responsablemente
los recursos públicos, incorpore la opinión, la participación y la corresponsabilidad
del público ciudadano, sea transparente y rinda cuentas de sus acciones y resultados
al público ciudadano, y mire por el interés y el beneficio públicos, evitando ser
capturada por poderosos grupos de intereses económicos y políticos.
Complementariamente, como lo señalan Rodríguez et al. (2021: 37), las políticas públicas surgen en medio de una competencia y lucha entre actores
sociales, económicos y políticos que tratan de posicionar diversas problemáticas para
incorporarlas a la agenda pública, y todos estos actores están inmersos en relaciones
de poder que es propio del quehacer gubernamental, pero que genera las condiciones
para posibilitar la participación ciudadana.
El conocimiento es fundamental para que las decisiones del gobierno sean eficaces.
El interés de conocimiento de las políticas públicas no es propiamente la legitimidad
política del gobernante por su institucionalidad, sino por la inteligencia y la eficacia
de sus decisiones. En efecto, se requiere un gobierno conocedor y experto, además
de legítimo (Aguilar, 2016: 19, 21). Sin embargo, siempre hay que tener presente la condición de racionalidad limitada
por la que funcionarios y gobernantes actúan y toman decisiones con base en información
limitada y asimétrica, capacidad limitada de cálculo, recursos y tiempo escasos. Por
lo tanto, puede haber un costo de oportunidad del gobernante entre dedicarse de lleno
a la política propiamente dicha, y el conocimiento-capacidad técnica para resolver
un problema. Aunque, como lo señaló Weber (2007: 221), lo que aporta la ciencia para la vida práctica (que engloba al gobierno) son: conocimientos,
métodos para pensar, instrumentos y claridad.
Señala Aguilar (2016: 22) que al momento de ejercer el gobierno importan mucho las ciencias y las tecnologías,
ya que habilitan para que el gobierno democrático tenga eficacia directiva y no únicamente
las instituciones democráticas. Las ciencias tienen que ir de la mano con las instituciones,
así como el conocimiento importa y no sólo las leyes. Como ya se ha señalado previamente
(Amaro, 2023; Casas et al., 2022; García-Galván y Carbajal, 2022), la gestión de la pandemia de Covid-19 constituye un claro ejemplo de que las decisiones
gubernamentales en el mundo, y particularmente en México, no habrían sido adecuadas,
con todo y las limitaciones, si no se hubiera registrado el acompañamiento de científicos
y técnicos en todo el periodo de la máxima contingencia.
Asimismo, las políticas públicas tienen que verse como un proceso que involucra tanto
cuestiones meramente políticas (movilización, persuasión, diálogo, consenso), pero
también se requiere observarlas como un proceso en estricto sentido técnico, y es
aquí donde cobran relevancia las operaciones intelectuales y políticas interdependientes
que integran una política pública: formación de la agenda, definición y delimitación
del problema público, diseño o formulación de la política, decisión entre opciones
alternativas, comunicación y socialización de la política, implementación, y evaluación-realimentación
de la política (Aguilar, 2016; Casas et al., 2022; Méndez, 2020).
Tampoco tiene que perderse de vista que en el trayecto técnico de las políticas públicas
se busca responder a las preguntas del qué, por qué, quiénes, cómo, cuándo. Respecto
a la primera, es preciso reconocer qué problema y por qué es necesario atenderlo-resolverlo;
en cuanto a quiénes hay dos dimensiones, por un lado, están los(as) beneficiarios
de las decisiones y los(as) participantes directos en toda la trayectoria técnica
del proceso. Es muy importante considerar el cómo, que implica primero el despliegue
de los instrumentos políticos para movilizar a los interesados reales y potenciales,
pero también la cuestión técnica-económica, por ejemplo, la contratación o colaboración
con especialistas, conocedores, expertos en la gestión de la problemática; y la forma
de financiar propiamente el plan, programa o proyecto es determinante. En otras palabras,
las respuestas intelectuales a las preguntas tienen que ver con la justificación-pertinencia
social-económica, los actores (participantes) alrededor de la política, el procedimiento
técnico, y la periodicidad de las políticas (cada política desplegada en el tiempo
tiene que revisarse continuamente).
I.1. Lo que motiva la colaboración universidad-gobierno
Al menos pueden identificarse cinco motivos que impulsan la Colaboración Basada en
el Conocimiento (CBC) entre las universidades y el gobierno. En primer lugar, existe
la necesidad de complementar el ejercicio de la política y la administración pública
con el conocimiento científico-tecnológico, en algo así como una división social del
trabajo. Mientras los políticos y funcionarios despliegan los oficios políticos, los
investigadores universitarios pueden aportar ideas, datos, información, técnicas y
modelos para la solución de problemas públicos. En pocas palabras, mientras unos ponen
las ideas (académicos), otros las pueden ejecutar (funcionarios del gobierno), pero
dependiendo del grado de complejidad de los insumos de conocimiento, ello puede precisar
de distintos niveles de colaboración.6 Sin que nos ubiquemos en los extremos de la incomunicación, siempre será sano un
diálogo constructivo entre la universidad y el gobierno.
Aunque supusiéramos que un gobierno pudiera buscar la autarquía en la provisión de
información y conocimiento, con todo un aparato estatal de análisis de información
y de investigación, la realidad es que todos los humanos somos racionales, pero de
manera limitada (no podemos estar en todas partes y al mismo tiempo), poseemos limitada
capacidad de cómputo, y el contexto impone una serie de limitaciones. Por la misma
racionalidad limitada inherente a los sujetos (Simon, 1983) es que los funcionarios del gobierno tendrían que colaborar con los investigadores
académicos para complementar conocimientos, información y datos sobre las distintas
problemáticas comunes, pero también conocimientos y capacidades técnicas para resolver
esas problemáticas.
Además de lo anterior, muchas veces las políticas públicas son blancos en movimiento,
ya que con frecuencia los objetivos, el paquete de acciones y las relaciones entre
ambos no pueden verse con claridad, y además se están moviendo. La mayoría de las
veces las políticas públicas son ejercicios de exploración y aprendizaje constantes.
Esto se asocia a la incertidumbre frecuente en los procesos de formulación y ejecución
de las mismas, lo que lleva a una retroalimentación permanente entre las diferentes
etapas de las políticas públicas, y a que su contexto cambia de manera frecuente (Méndez, 2016: 123).
En tercer lugar, tanto la universidad como el gobierno comparten un mismo origen ontológico.7 Así pues, se supone que las universidades públicas en particular proveen un bien
público (educación superior) y el gobierno también a través de la triangulación de
recursos. Sin embargo, más allá de ese primer acercamiento, en el que ambas instituciones
son financiadas por la sociedad, el gobierno se ha constituido para resolver problemas
de la comunidad, y proporcionar bienes públicos, que de otra manera no se tendrían.
En el caso de las universidades públicas, éstas ofrecen formación de profesionistas,
investigación científico-tecnológica (guiada esencialmente por el desinterés pecuniario)
para comprender los problemas y proponer soluciones a los mismos, difunden-divulgan
y movilizan el conocimiento para potencializar su aprovechamiento por los usuarios
finales. Por ejemplo, Amaro (2023) y Casas et al. (2022), dan cuenta de cómo los científicos, tecnólogos y humanistas de todos los campos
del conocimiento, rápidamente se pusieron en movimiento para contribuir, directa o
indirectamente, a mitigar las diversas problemáticas derivadas de la pandemia de Covid-19.
Por otro lado, desde hace algunas décadas, se ha hecho énfasis en que las universidades
y las organizaciones del conocimiento en general, contribuyan de manera más directa
y extensa al desarrollo económico y social (Arocena y Sutz, 2000, 2010, 2021; Arza, 2010; Casas et al., 2022; Etzkowitz, 1998, 2003; García-Galván, 2018, 2022; Naidorf, 2014; Sábato y Botana, 1968). De manera que ahora se habla de una tercera función sustantiva de la universidad,
a saber, la de fomentar el desarrollo económico y social; y entonces, aquí se da otra
convergencia con el gobierno, dado que propiciar el desarrollo también es una de sus
principales finalidades.
Ahora bien, si las universidades desean fortalecer y ampliar su presencia ante la
sociedad y ante el principal ente financiador (gobierno), se requiere que las universidades
(especialmente las latinoamericanas y mexicanas) pongan atención y contribuyan a la
solución directa, mediante la investigación científica, de las distintas problemáticas
más sentidas de la sociedad (Arocena y Sutz, 2005, 2010, 2021; Arza, 2010; García-Galván y Lindquist, 2020 y Naidorf, 2014). De este modo, si las universidades mexicanas pueden demostrar con hechos concretos,
por ejemplo, con investigación científica-tecnológica realizada, y con la intervención
directa en la solución de la problemática social y productiva, ésta contará con mayores
herramientas de persuasión y negociación con el mismo gobierno, para encarar de manera
conjunta la atención a las diversas problemáticas. Al final de cuentas se trataría
de una relación de complementariedad del conocimiento, las capacidades y los recursos
para la atención y solución de problemáticas sociales, y no tendría que verse como
una sustitución porque sino la atención a las problemáticas comunes seguiría siendo
inadecuada e insatisfactoria.
En cuarto lugar, la colaboración basada en el conocimiento, entre organizaciones del
conocimiento, como las universidades y el gobierno, permitiría reducir los costos
de producción, y de transacción de la información y el conocimiento necesarios para
la toma de decisiones. Dentro de los costos encontramos la formación profesional,8 la capacitación, actualización, gestión, contratación de investigadores científico-tecnológicos,
y el monitoreo de la evolución de las problemáticas. Así pues, si el gobierno se hiciera
cargo directamente de todas estas actividades alrededor del conocimiento, tendría
que realizar inversiones cuantiosas; no obstante, a través de la cooperación con las
universidades puede prescindir de esas responsabilidades. Asimismo, los costos en
los que tendría que recurrir el gobierno van más allá de la gestión convencional de
los recursos humanos, puesto que como lo establecen Dasgupta y David (1994) y Antonelli (2008), las comunidades que trabajan en los asuntos de la ciencia, la tecnología y la innovación
tienen sus propias reglas de funcionamiento, y trasladar los métodos de la burocracia
a la academia, claramente sería algo inadecuado e indeseado.
La universidad, de manera inteligente, sin subordinarse a las pretensiones del exterior,
requiere emprender reformas o transformaciones internas para atender, de manera crítica,
las exigencias que vienen de la sociedad a la cual se debe (Arocena y Sutz, 2000, 2021). En efecto, con el gobierno es necesario mantener un diálogo constructivo constante
para atender demandas sociales que les son comunes; en tanto que la universidad debe
ser cauta para no caer en la subordinación ni epistémica ni política, y simultáneamente
tiene que evitar la militancia política.
Si se parte de que la colaboración transversal (universidad-gobierno) es un mecanismo
híbrido de coordinación de la actividad económica y social, y de que en la cooperación
se despliegan una serie de lineamientos tácitos y formales para llevar a buen puerto
el objetivo, entonces, según se establece en García-Galván (2018), puede concebirse también a la CBC como una institución para el desarrollo económico
y social. En el caso de la interacción con el gobierno sería una institución porque
tiene sus propias reglas de funcionamiento; por ejemplo, la sesión parcial de la autonomía
organizacional, el respeto a la autonomía epistémico-política y de gestión, el cuidado
de no caer en la militancia política e ideológica. En consecuencia, para el logro
y consolidación de una relación cooperativa productiva no tienen que pasarse por alto
esas reglas tácitas.
Nunca hay que perder de vista que entre los actores alrededor de la educación superior,
la ciencia, la tecnología, la innovación (ES-CTI) y el Estado-gobierno existe un vínculo
ontológico indestructible, ya que la naturaleza de las actividades de ES-CTI amerita
la intervención pública en su financiamiento y fomento. Adicionalmente, si se asignan
las inversiones necesarias para generar y difundir conocimiento científico-tecnológico,
por tanto ahora sí se podría esperar naturalmente que desde la investigación avanzada
y de la academia haya conocimiento sobre distintas problemáticas y propuestas de solución
asociadas a éstas (García-Galván, 2022: 124).
II. Formas de interacción-cooperación
Para ampliar y profundizar la CBC entre la universidad y el gobierno, primero tendría
que haber un convencimiento pleno de basar las decisiones del sector público más en
las evidencias y argumentos científicos que en las corazonadas o intuiciones. En tanto
que, por el lado de la academia, se requeriría que los actores universitarios (principalmente
investigadores) estuvieran más interesados en movilizar los conocimientos derivados
de sus proyectos, con la finalidad de aportar elementos para la resolución de las
diversas y complejas problemáticas sociales y públicas; es decir, no perder de vista
la necesidad de hacer converger los objetivos del gobierno y de la academia.
Sin embargo, para ampliar y profundizar los nexos de la academia con el gobierno,
este último tendría que entenderse como aquel que engloba los tres niveles, es decir,
el gobierno federal, los gobiernos estatales y los municipales, como también lo precisan
Rodríguez et al. (2021). En este sentido, podría hablarse de políticas de Estado, como se establece en García-Galván (2022: 122), éstas suponen una mayor participación de todos los órdenes de gobierno, de la sociedad
asentada en sus distintos ámbitos territoriales (nación, estados o provincias, y municipios
o localidades) y de los agentes productivos. Por ejemplo, para México, en una política
de Estado9 encaminada a revitalizar la ES-CTI, tanto el gobierno federal, el estatal y el municipal
tendrían que comprometerse a atender las preocupaciones de los actores relacionados
con el polinomio, pero localizados en puntos específicos. Por consiguiente, en una
política de Estado, a la política pública tiene que sumarse el compromiso y la actuación
de actores que van más allá de una problemática específica claramente localizada.
Dado lo anterior, parafraseando a Méndez (2020: 188), en lo que respecta a los investigadores universitarios, ellos deberían entender
y acercarse más a la lógica de los políticos, ya que con ello podrían lograr que los
resultados de sus investigaciones fueran más útiles o influyentes en condiciones de
desventaja. De igual manera, los investigadores tendrían que plantearse al menos los
desafíos que se mencionan en la Tabla 1.
Tabla 1
Retos a superar para lograr mayor acercamiento con el gobierno.
Reto
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Implicaciones
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Ambición
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En general, los analistas (investigadores) tienden a ser conservadores y rechazan
políticas que al inicio parecen inviables, en tanto que los políticos tienden a empujar
más la barrera de lo posible. Así, pues, los investigadores deberían tratar de ser
más ambiciosos en cuanto al grado en que un problema se puede resolver o un objetivo
alcanzar; pero a la vez, ayudarle al político a seguir una ambición realista.
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Estratégico
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El investigador puede prever que en un entorno más politizado el decisor le pedirá
de todas formas cierta información que le interesa y, por lo tanto, mostrar mayor
disposición a identificar tanto a los grupos que podrían perder como a los que podrían
ganar con cada alternativa, determinar la magnitud de su grado de poder e interés,
y evaluar hasta qué grado las alternativas se pueden modificar para atraer partidarios
y disminuir las resistencias, sin que por ello se deje de resolver un problema de
manera significativa. Los investigadores también actuarían de forma más estratégica
si se preocuparan en mayor medida, tanto por la aprobación de sus propuestas por sus
superiores o, en su caso, por el Congreso, como por su implementación exitosa.
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Persistencia
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Con frecuencia, los investigadores universitarios observan al mundo de la política
como un ámbito ajeno y distante (o incluso riesgoso e indigno). Sin sobrepasar ciertos
límites, el investigador universitario puede estar más dispuesto a aprender de la
mayor persistencia o resiliencia de los políticos, y al menos tratar de mostrar más
empatía cuando están enfrentando un entorno que es difícil por su propia naturaleza
o, en su caso, cuando están luchando contra las resistencias para resolver un problema
o alcanzar un ideal.
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Persuasión
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Para ser más persuasivo, el investigador debe considerar que una propuesta de política,
además de ser un ejercicio racional, involucra un proceso de convencimiento, donde
la técnica no sustituye la habilidad para argumentar y comunicar. En este sentido,
de poco sirve dedicarle a un diagnóstico tiempo considerable, si al final el investigador
lo expone asumiendo que los demás están obligados a entender un lenguaje especializado
y técnico, en lugar de ser él o ella quienes estarían obligados a reconocer y adaptarse
al tipo de audiencia ante quien la presenta. Los investigadores tienen que proponer
soluciones y programas basándose en evidencia y de una manera honesta y profesional,
pero ésta siempre será información seleccionada y comunicada de una manera particular,
y una buena propuesta de política no estará únicamente dirigida a explicar o fundamentar
con datos cierto tipo de alternativa, sino también a persuadir a otros de que es la
mejor, dados ciertos supuestos y criterios. En otras palabras, más que pruebas formales,
un diagnóstico involucra argumentos plausibles, y en esa medida representa también
un trabajo artesanal que produce cosas únicas.
|
Ahora bien, en lo que respecta a las formas o modalidades en las que se puede establecer
una relación colaborativa entre las universidades y el gobierno, que al tiempo de
hacer significativo el aprendizaje en ambientes o escenarios reales, pueden verse
como maneras de cómo la universidad retribuye a la sociedad a la que se debe (García-Galván, 2022: 114), en la Tabla 2 se mencionan las más recurrentes.
Tabla 2
Formas de colaboración universidad-gobierno.
Ámbito
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Modalidades
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Durante la formación de profesionistas
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• Servicio social comunitario (resolviendo conjuntamente problemas comunitarios);
• Servicio social profesional (coadyuvando con el gobierno en el cumplimiento de sus
funciones); • Prácticas profesionales (coadyuvando con el gobierno en el cumplimiento de sus funciones);
• Educación dual (uno de los escenarios reales de formación puede ser el ámbito gubernamental).
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Investigación y compartimiento de conocimiento
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• Proyectos vinculados (en la modalidad de subcontratación para investigar y proponer
soluciones a problemáticas específicas); • Servicios de asesoría o consultoría (consultas a investigadores especializados
en problemáticas públicas y sociales específicas); • Formación (profundización y actualización de los funcionarios públicos); • Movilidad de posgraduados e investigadores (estancias cortas y largas, así como
años sabáticos en áreas técnicas del gobierno); • Difusión-divulgación focalizada (profundización de la comunicación con los funcionarios
respecto a los conocimientos, recursos y capacidades de las universidades); • Licenciamiento de proto-innovaciones (patentes, modelos, diseños, software que permitan contribuir a la solución de distintas problemáticas).
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Diseño y formulación de políticas
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• Consulta de documentos elaborados por investigadores o expertos; • Asistencia a eventos académicos (conferencias, congresos, seminarios, simposios); • Incorporación de expertos en equipos de gestión y decisión; • Relaciones informales entre investigadores y formuladores de política; • Espacios de diálogo institucionalizados organizados por los formuladores de política
(foros, congresos); • Consultorías / investigación ad hoc; • Consulta de documentos de política de agencias nacionales o internacionales; • Unidad interna de investigación (unidades híbridas de investigación vinculada hospedadas
en las universidades).
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Finalmente, desde la perspectiva de Corona y Dutrénit (2015, citados en García-Galván, 2022: 127), para que la colaboración universidad-gobierno tenga éxito es necesario tener en
cuenta diversos factores como el involucramiento y la participación de los investigadores
en la formulación de políticas, prestigio y trayectoria de los investigadores, confianza
mutua entre investigadores y decisores, relevancia de la investigación sobre políticas
en la academia, dimensionamiento integral de los recursos y capacidades en CTI de
las universidades, y la existencia de equipos multidisciplinarios de investigadores
y decisores. En contraste, los factores que pueden obstaculizar las prácticas colaborativas
son: rotación frecuente de los equipos técnicos y de decisión en el gobierno, perspectivas
epistémicas incompatibles entre investigadores y decisores, desencuentros entre la
agenda temática de la academia y la política, invisibilidad de los resultados de la
investigación para el decisor, falta de tiempo del decisor para la absorción de conocimiento.
III. Método
Para reunir datos empíricos sobre la CBC entre las universidades y el gobierno, se
realizó una encuesta en línea a investigadores científicos (miembros del Sistema Nacional
de Investigadores [SNI] cuyo padrón vigente en 2021 contabilizaba 35,178 integrantes)
de cuatro grandes universidades públicas y privadas nacionales. Se trata, por un lado,
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional
(IPN) (incluido el Cinvestav), las cuales realizan la mayor cantidad de investigaciones
científicas en el país, y cuentan con el mayor porcentaje de investigadores SNI. Por
otro lado, también se administró el cuestionario a los investigadores SNI de dos de
las más grandes universidades privadas del país, el Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey (ITESM), y la Universidad Iberoamericana (UIB). Cabe destacar
que estas dos universidades privadas son de las pocas que realizan investigación científica.
Se trata de un estudio exploratorio cuya principal finalidad es la colección y el
análisis de datos cuantitativos, a través de los cuales se puedan recoger las percepciones,
opiniones y experiencias sobre la CBC de informantes clave como los integrantes del
SNI (padrón vigente en 2021).
En cuanto a los criterios de selección de los informantes clave, se consideró lo siguiente:
i) que el investigador se encontrara adscrito a una de las cuatro universidades seleccionadas,
y ii) que el informante tuviera nombramiento vigente en el padrón del SNI 2021, sin importar
su área del conocimiento (ver Tabla 3).
Tabla 3
Distribución de investigadores SNI por universidad.
Institución
|
Investigadores SNI
|
E-mails recuperados
|
IPN/Cinvestav
|
2,110
|
1,831 (86%)
|
ITESM
|
689
|
681 (98%)
|
UI
|
182
|
181 (99%)
|
UNAM
|
5,227
|
4,096 (78%)
|
Total
|
8,208
|
6,789 (83%)
|
Para la conformación de la base de los correos electrónicos de los investigadores
se recurrió a los sitios web de cada universidad, cuyos datos fueron complementados
con los correos recuperados por medio de motores de búsqueda como Google Scholar, ORCID, Scopus y LinkedIn. En efecto, de las 6,789 invitaciones enviadas para que los investigadores contestaran,
se recibieron 609 (9 por ciento) cuestionarios completos. Sin embargo, este tamaño
es suficiente para realizar análisis exploratorio.10
El instrumento se diseñó para ser contestado en no más de 20 minutos y se estructuró
en cuatro secciones: i) datos generales, ii) dimensión institucional, iii) dimensión de políticas públicas, iv) dimensión experiencias. Entre las secciones correspondientes fueron distribuidos
ítems dicotómicos, polinómicos y de escala; por ejemplo, los primeros tres fueron
elaborados para obtener respuestas dicotómicas, los cuatro siguientes con opción a
elegir una sola respuesta u opinión diferente entre varias, y tres ítems que derivaron
en la construcción de una serie de afirmaciones donde se utilizó una escala de actitudes,
cuyas opciones de respuesta fueron: totalmente de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo
y totalmente en desacuerdo. Adicionalmente, es preciso señalar que todos los ítems
fueron de respuesta obligatoria.
En cada una de las dimensiones, se buscó obtener información relevante. Por ejemplo,
en la sección dos se indagó sobre los aspectos relacionados con las normas formales
e informales que existen en las universidades respecto de las actividades de cooperación,
los motivos que impulsan el desarrollo de la colaboración. En la tercera dimensión,
se indagaron cuestiones relacionadas con la comprensión de los documentos normativos
generales y de política pública, así como del dominio básico de los procedimientos
de gestión cooperativa. En la cuarta sección se preguntó sobre aspectos relacionados
con la experiencia laboral formal e informal en la CBC; además, se recogió la opinión
sobre la CBC en prospectiva.
Finalmente, el cuestionario contó con una validez de contenido, en la cual participaron
tres académicos-investigadores reconocidos. El primer validador fue un académico especialista
en políticas públicas en educación, y con experiencia en liderar proyectos de investigación.
El segundo fue un académico del campo de las ciencias sociales, y también con experiencia
en liderar proyectos de investigación, al tiempo que cuenta con nombramiento del SNI
nivel 1. El tercer validador, también fue un académico-investigador que se desempeña
en el campo de las ciencias sociales, con varios proyectos de investigación liderados,
miembro del SNI nivel 2.
Después de la puesta a punto del instrumento, se enviaron en línea las invitaciones
para contestar el cuestionario desde mediados de marzo, cerrando hasta mediados de
abril de 2022, con un recordatorio de por medio.
IV. Resultados y discusión
De acuerdo con los datos de la Tabla 4, algunos aspectos sobresalientes de los encuestados son: la mayoría se desempeña
en el campo de conocimiento de biología, química y ciencias de la vida (ciencias naturales),
y en segundo lugar en el campo de las ciencias sociales. Como se esperaba, la mayoría
de los investigadores que respondieron el cuestionario tienen adscripción en la UNAM,
como la mayor institución objeto de estudio, con poco menos de 70 por ciento de los
encuestados. De igual manera, más de 50 por ciento de los investigadores pertenecientes
al SNI, se encuentran en el nivel 1, y únicamente 15 por ciento entre integrantes
del nivel 3 y eméritos. Estos datos permiten interpretar que las relaciones de CBC
universidad-gobierno, en buena parte se desarrollan alrededor de las ciencias clásicas
(naturales y sociales), y que el nivel de habilitación de los investigadores se combina
entre la juventud (nuevas líneas de investigación y líneas en desarrollo) y experiencia
(largas trayectorias de investigación consolidadas).
Tabla 4
Algunas características asociadas con los informantes clave.
Variable
|
Opción de respuesta
|
f
|
%
|
Área del conocimiento en la que desarrolla su labor de investigación
|
Físico-Matemáticas y Ciencias de la Tierra
|
137
|
23
|
Biología, Química y Ciencias de la Vida
|
155
|
25
|
Medicina y Ciencias de la Salud
|
38
|
6
|
Humanidades y Ciencias de la Conducta
|
92
|
15
|
Ciencias Sociales
|
95
|
16
|
Biotecnología y Ciencias Agropecuarias
|
29
|
5
|
Ingenierías
|
63
|
10
|
Universidad de adscripción
|
Instituto Politécnico Nacional [IPN] / Cinvestav
|
142
|
23
|
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey [ITESM]
|
40
|
7
|
Universidad Iberoamericana [UIA]
|
16
|
3
|
Universidad Nacional Autónoma de México [UNAM]
|
411
|
67
|
Nivel en el Sistema Nacional de Investigadores
|
Candidato
|
63
|
10
|
Nivel 1
|
308
|
51
|
Nivel 2
|
147
|
24
|
Nivel 3
|
78
|
13
|
Investigador(a) emérito(a)
|
13
|
2
|
IV.1. Dimensión institucional
En relación con los esfuerzos deliberados de las universidades para impulsar, ampliar
y profundizar la CBC que se indagan en la dimensión institucional del cuestionario,
en la Tabla 5 puede apreciarse que las respuestas de los investigadores tienden a estar entre el
desacuerdo (1) y de acuerdo (2) en la ponderación de los enunciados.11 Así pues, en las afirmaciones de que las instituciones cuentan con procesos adecuados
de compartimiento del conocimiento, que poseen mecanismos de seguimiento y monitoreo
de la CBC, de que existen estrategias para ampliar e intensificar la CBC, y de que
se cuenta con diagnósticos sobre la realidad de la CBC con el gobierno, el valor de
la media de respuestas se acerca más al no estar de acuerdo (1). En tanto que los
investigadores respondieron en promedio estar más de acuerdo (1.72) en que las instituciones
tienen el conocimiento, los recursos y las capacidades suficientes para emprender
de manera exitosa la CBC, cabe destacar que este es el único ítem por encima de la
media de la escala, la cual fue de 1.63 (ver Gráfica 1).
Tabla 5
Ítems que indagan sobre la Dimensión Institucional (DI).
|
Afirmaciones
|
M
|
DI 1
|
En mi institución, existe un análisis de la realidad que se vive respecto a la CBC
con los distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.33
|
DI 2
|
Mi institución tiene objetivos y metas claras sobre las actividades de CBC con los
distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.43
|
DI 3
|
Mi institución tiene estrategias claras para ampliar e intensificar las actividades
de CBC con los distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.32
|
DI 4
|
En mi institución contamos con mecanismos de seguimiento y monitoreo de las actividades
de CBC que se registran con los distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.32
|
DI 5
|
En mi institución, se registran adecuadamente los montos de recursos asociados con
las actividades de CBC con los distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.59
|
DI 6
|
La estructura organizacional de mi institución permite fomentar las actividades de
CBC con los distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.48
|
DI 7
|
En mi institución los mecanismos o procesos de compartimiento de conocimiento con
el gobierno federal son adecuados
|
1.25
|
DI 8
|
En mi institución, el conocimiento, los recursos y las capacidades tecno-científicas
son suficientes y podrían intensificar la cooperación con el gobierno federal
|
1.72
|
Gráfica 1
Dispersión de los valores de ítems respecto a la media de la escala.
El incipiente fomento de la CBC con el gobierno desde las universidades, se relaciona
con lo que plantean Amaro (2023) y Dutrénit (2019: 54-55) de que la política de ciencia, tecnología e innovación en México enfrenta el desafío
de convertirse en una política pública, y esto requiere una mayor participación de
los interesados en todo el ciclo de la política. En este ámbito se involucra un conjunto
heterogéneo de comunidades y actores, los cuales interactúan, pero también tienen
motivaciones diferentes, prioridades, lógicas, recursos y capacidades. En este contexto,
dentro de las partes interesadas en este tipo de políticas siempre tienen que estar
la academia y el sector público. En efecto, para diseñar una política pública, que
incluya necesariamente la CBC, se requiere la participación, negociación y consenso
de propuestas de las diferentes comunidades y actores involucrados.
La CBC universidad-gobierno es muy importante porque como se ha reconocido en otros
trabajos (Amaro, 2023; Arocena y Sutz, 2010, 2021; Arza, 2010; Casas et al., 2022; Dutrénit, 2019; García-Galván y Carbajal, 2022; García-Galván y Lindquist, 2020), las universidades a través de sus recursos y capacidades en ciencia, tecnología
e innovación requieren contribuir a la resolución de problemas internacionales y nacionales
como el cambio climático, la pobreza, la desigualdad, la deficiente salud pública,
el desarme nuclear. Asuntos todos que también competen a los funcionarios del gobierno.
Por otro lado, en lo que respecta a los motivos que impulsan la CBC, en la lista que
se muestra en la Gráfica 2, pueden distinguirse dos pretensiones: la primera tiene que ver con justificaciones
teórico-prácticas de la CBC, que en este caso se sintetizan en la complementariedad
de capacidades y recursos (que dentro del subconjunto es el principal motivo), en
la distribución de los costos de financiamiento de la investigación, y la reducción
de la incertidumbre. Estos aspectos son sintetizados en García-Galván (2017). En segundo lugar, se encuentran motivaciones que están más relacionadas con las
convicciones y responsabilidades de los investigadores; en consecuencia, los investigadores
señalan que la CBC con el gobierno es una responsabilidad de todo universitario, y
lo más relevante es que se pondera este mecanismo como una oportunidad de aportar
conocimientos y capacidades técnico-científicas para la solución de diversos y complejos
problemas. Estos resultados coinciden con los presupuestos epistemológicos de Amaro (2023), Arocena y Sutz (2010, 2021), Arza (2010), Casas et al., 2022; De Sousa Santos (2017), García-Galván (2022), y García-Galván y Lindquist (2020), de que para que las universidades latinoamericanas ganen mayor legitimidad social
tienen que participar más directamente en la resolución de sus problemas sociales
y económicos más acuciantes.
Gráfica 2
Motivos que impulsa el desarrollo de la colaboración entre su institución y los distintos
ámbitos del gobierno federal.
Continuando con el análisis de la complementariedad de conocimientos, recursos y capacidades
técnico-científicas, y dada la relevancia otorgada por los investigadores a estos
aspectos (ver ítem DI8 de la Tabla 5 y Gráfica 2), en realidad, desde el ámbito de la política gubernamental, de acuerdo con Corona et al. (2013), Cimoli (2008) y Dutrénit (2019), durante toda la vigencia del Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones
(MISI) se realizaron esfuerzos públicos importantes para la creación de recursos y
capacidades en ciencia, tecnología e innovación12 para apoyar el desarrollo de sectores económico-sociales prioritarios.
En otro orden de ideas, la amplitud e intensidad de la CBC universidad-gobierno también
se relaciona con el hecho de cómo se ponderan los vínculos colaborativos con el entorno,
en los esquemas de incentivos institucionales hacia la investigación científico-tecnológica.
En este sentido, es claro que la generación y difusión del conocimiento, como función
principal de los investigadores, permanece por mucho como la principal, por el contrario,
las actividades colaborativas se encuentran muy distantes en último lugar (ver Tabla 6). Por consiguiente, persiste aún la gran brecha para que la cooperación con el sector
productivo, social y público (gubernamental) se convierta en realidad como lo han
propuesto Corona et al. (2013), Etzkowitz (1998, 2003), García-Galván (2018), y Sábato y Botana (1968), lo que conduciría a las organizaciones del conocimiento (universidades) a convertirse
en verdaderos motores del desarrollo económico y social.
Tabla 6
Ponderación de funciones universitarias dentro del SNI vs. universidad.
|
SNI
|
Universidad
|
f
|
%
|
f
|
%
|
Producción y difusión del conocimiento
|
580
|
95
|
476
|
78
|
Actividades colaborativas (extensión y vinculación universitarias)
|
22
|
4
|
31
|
5
|
Docencia
|
7
|
1
|
102
|
17
|
Como lo establece Dutrénit (2019: 50), la política de ciencia, tecnología e innovación, en la que la participación de la
academia se torna indispensable, requiere alinearse a objetivos nacionales, económicos
y sociales, así como considerar las capacidades regionales y sectoriales. Además,
este tipo de política es un factor clave en el proceso que vincula a la ciencia, la
tecnología y la innovación con el desarrollo. Tal política comprende las acciones
del gobierno orientadas a influir en las decisiones de los sectores beneficiados por
las mismas, para crear, desarrollar, acceder, adoptar y transferir conocimiento científico,
tecnología e innovación al costo más bajo y con los más amplios resultados en términos
de desempeño y beneficios.
IV.2. Dimensión de Políticas Públicas (PP)
En lo que se refiere al involucramiento en el proceso de las PP, de acuerdo a la información
presentada en la Tabla 7 y la Gráfica 3, los investigadores generalmente respondieron estar en desacuerdo cuando se les cuestionó
sobre su participación en la elaboración e implementación de PP,13 y lo mismo se observó con relación al fomento o alusión de la CBC en los principales
documentos de prospectiva, desde la perspectiva de los informantes clave, la estructura
orgánica de la administración pública no se ha diseñado para desarrollar la CBC con
las universidades.
Tabla 7
Cooperación de los investigadores en la elaboración, monitoreo y evaluación de los
instrumentos de prospectiva oficial.
|
Afirmaciones
|
M
|
PP1
|
Los investigadores tenemos voz en el diseño, monitoreo y evaluación de PP encaminadas
a la cooperación
|
1.04
|
PP 2
|
Existen procesos democráticos para el diseño, monitoreo y evaluación de PP encaminadas
a la cooperación
|
0.85
|
PP 3
|
El Programa Sectorial de Educación fomenta la CBC entre las universidades, instituciones
de educación superior y los distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.09
|
PP 4
|
El Programa Institucional 2020-2024 del Conahcyt alude a la CBC entre universidades
e instituciones de educación superior y distintos ámbitos del gobierno federal
|
1.23
|
PP 5
|
La estructura organizacional de los diferentes ámbitos del gobierno federal actual
está diseñada para realizar actividades de CBC
|
0.88
|
Gráfica 3
Cooperación de los investigadores en la elaboración, monitoreo y evaluación de los
instrumentos de prospectiva oficial.
Esto se constituye en una verdadera limitante para la ampliación y la profundización
de la CBC, y confirma lo que Amaro (2023) y Dutrénit (2019: 53-54) sugieren de que todavía estamos en un proceso de tránsito hacia la construcción de
la PP de ciencia, tecnología e innovación. En el diseño de la misma aún persiste un
enfoque de arriba hacia debajo de políticas gubernamentales, y se observan dificultades
para reconocer las voces de las comunidades (académicas).14 Allí, la cuestión de la participación de las partes interesadas se centra en la necesidad
de diálogo para el proceso de toma de decisiones.
Dentro de los resultados derivados de la aplicación de la encuesta también destaca
el hecho de que, en general, los investigadores reconocen que el discurso institucional
reflejado en las principales normativas de educación superior sí es explícito en cuanto
a reconocer y fomentar, aunque sea simbólicamente la CBC (ver Tabla 8). No obstante, la comunidad de investigadores resalta más los esfuerzos de las universidades
(GI1, GI2), que de lo supra institucional (por ejemplo, GI4 y GI5).
Tabla 8
Reconocimiento y fomento a las actividades de CBC en la normativa Gubernamental e
Institucional (GI).
|
Afirmaciones
|
M
|
GI1
|
Considero que la CBC entre mi institución y los distintos ámbitos del Gobierno Federal
(GF) es importante
|
2.59
|
GI2
|
En mi institución se reconocen y se fomentan las actividades colaborativas con el
GF
|
1.84
|
GI3
|
Considero que la Ley General de Educación fomenta la cooperación entre mi institución
y los distintos ámbitos del GF
|
1.55
|
GI4
|
Considero que la Ley General de Educación Superior fomenta la cooperación entre mi
institución y los distintos ámbitos del GF
|
1.29
|
GI5
|
Considero que la Ley de Ciencia y Tecnología fomenta la cooperación entre mi institución
y los distintos ámbitos del GF
|
1.42
|
GI6
|
Las principales normativas de mi institución son claras respecto a las actividades
de cooperación con los distintos ámbitos del GF
|
1.50
|
GI7
|
Dentro de mi institución, tengo conocimiento sobre la ruta jurídica para establecer
convenios de cooperación con los distintos ámbitos del GF
|
1.43
|
GI8
|
Las reglas del SNI estipulan y reconocen las actividades colaborativas con los actores
del entorno (Gobierno) como parte de sus quehaceres cotidianos
|
1.48
|
El análisis previo se refuerza con el hecho de que se observó en la obtención del
coeficiente de correlación de Spearman (Tabla 9) que dentro del rango alto o marcado (color azul; véase versión electrónica en http://economiatyp.uam.mx) se encontraron seis valores, este grupo se analizó de menor a mayor; en el primero
se observó que existe una correlación entre el reconocimiento y fomento a la CBC por
parte de la universidad y lo establecido en la Ley General de Educación Superior (LGES),
el segundo correspondió a la correlación entre la claridad de la normativa universitaria
y cómo debe actuar institucionalmente para efectuar actividades de cooperación, el
tercero y el cuarto se refirió a lo importante que resulta la CBC y cómo la LGES y
la universidad la fomenta respectivamente, el quinto reconoció que tanto la LGES,
así como la LGES fomenta la CBC universidad-gobierno, el sexto y mejor correlacionado
resultó ser el reconocimiento y fomento de la CBC por parte de la universidad y su
correlación con la LGES.
Tabla 9
Reconocimiento y fomento a las actividades de actividades de CBC. Rho de Spearman.
|
GI1
|
GI2
|
GI3
|
GI4
|
GI5
|
GI6
|
GI7
|
GI8
|
GI1
|
-
|
|
|
|
|
|
|
|
GI2
|
.76** |
-
|
|
|
|
|
|
|
GI3
|
.75** |
.81** |
-
|
|
|
|
|
|
GI4
|
.67** |
.71** |
.76** |
-
|
|
|
|
|
GI5
|
.55** |
.61** |
.60** |
.66** |
-
|
|
|
|
GI6
|
.58** |
.67** |
.67** |
.63** |
.62** |
-
|
|
|
GI7
|
.66** |
.67** |
.69** |
.67** |
.60** |
.72** |
-
|
|
GI8
|
.38** |
.40** |
.38** |
.34** |
.36** |
.48** |
0.43**
|
-
|
IV.3. Dimensión de experiencias en CBC universidad-gobierno
La última sección del cuestionario indaga sobre las experiencias en la CBC con el
gobierno. El hecho de que sean experiencias mayormente positivas (65 por ciento) (ver
Gráfica 4) es alentador porque en el desempeño de los investigadores universitarios subyace
compartir el conocimiento, las capacidades y las propuestas para solucionar los problemas.
Estos resultados complementan lo que ya se ha encontrado en otros trabajos como los
de Amaro (2023), Casas et al. (2022) y García-Galván (2018), esto a pesar de que como lo sostiene Eztkowitz (1998, 2003) y Arocena y Sutz (2021) ha avanzado un ethos mercantilista del conocimiento, en contraposición a los principios mertonianos de
la ciencia. Es decir, lo que importa más es buscar aportar elementos para resolver
problemas (públicos y sociales) más que los incentivos y los pagos recibidos por hacerlo.
Gráfica 4
Experiencias formales e informales de CBC con el gobierno.
Una vez que se les preguntó a los informantes clave sobre sus experiencias en CBC
con el gobierno, ellos identificaron las formas preferidas para desarrollar la colaboración.
De este modo, se reportó que la principal modalidad de interacción es la asistencia
a eventos académicos; en segundo lugar, se encuentran las consultorías y la investigación
ad hoc (o bajo contrato), y en tercer lugar, la consulta de productos del conocimiento (ver
Gráfica 5). Se aclara que estas modalidades están básicamente dirigidas a la colaboración para
el diseño y formulación de las políticas públicas, que se convierte en la principal
demanda del gobierno. En efecto, estas modalidades forman parte del grupo más amplio
que se menciona en la Tabla 2, y también complementan los hallazgos encontrados por otras investigaciones como
las de Casas et al. (2022), y Corona y Dutrénit (2015).
Gráfica 5
Preferencias relativas en cuanto a formas de CBC universidad-gobierno.
Por último, de acuerdo a las expectativas de los investigadores encuestados, y con
base a los resultados previos en lo que refiere al potencial en conocimientos, recursos
y capacidades científico-tecnológicas, cerca de tres cuartas partes de los académicos
consideran que existen las posibilidades para profundizar la CBC con el gobierno (ver
Gráfica 6). Esto es relevante porque, como lo señalan Amaro (2023), Casas et al. (2022) y Corona et al. (2013: 25), los modelos actuales de políticas en ciencia, tecnología e innovación parten del
supuesto de que los sistemas de gobierno con políticas exitosas resultan de la interacción
de múltiples agentes organizados y no de la acción unitaria del gobierno central.
Gráfica 6
Posibilidades de ampliar e intensificar la CBC con el gobierno.
Dadas las funciones ontológicas de las universidades y del gobierno, en las que a
veces resulta complicada la relación con la academia, el gobierno siempre ha tenido
que enfrentar el desafío de mantener el equilibrio entre el respeto a la autonomía
de la comunidad científica y sus intereses políticos, y la necesidad de contar con
políticas públicas orientadas al uso del conocimiento científico y tecnológico con
fines de desarrollo económico y social (Corona et al., 2013: 28). Sin embargo, implícitamente, los gobiernos latinoamericanos, en general, cuando
tienen la oportunidad de incidir directamente en un mayor desarrollo de las actividades
científicas y tecnológicas que posteriormente impacten en el desarrollo, parece que
están empeñados en no permitir liberar el potencial contenido, porque como lo sostiene
Cimoli (2008), los ministerios de ciencia y tecnología históricamente han mantenido una posición
marginal en los gobiernos, y sus decisiones se han supeditado a los ministerios de
la hacienda pública. En consecuencia, tales ministerios de ciencia son casi un adorno
institucional, con poco peso, escasa capacidad de gestión y dependientes de los ciclos
políticos. M. Cimoli también señala que es abismal la diferencia entre los ministerios
económicos (hacienda y los bancos centrales), cuya continuidad inercial termina socavando
la capacidad institucional de los ministerios de ciencia y tecnología, a lo que se
tiene que sumar la falta de coordinación institucional.
Reflexiones finales
En el contenido de este documento se dio cuenta de que hay bases teóricas sólidas
para explicar la colaboración entre las universidades y el gobierno, como agentes
fundamentales de las sociedades actuales. Además, como uno de los hallazgos importantes,
se mostraron evidencias empíricas de que entre las universidades nacionales mexicanas
y el gobierno (en su ámbito federal), existe cierta colaboración basada en el conocimiento
que puede considerarse como de baja intensidad, pero que tiene el potencial, reflejado
en los recursos y las capacidades científico-tecnológicas, así como en las propias
convicciones de los investigadores para ampliar y profundizar la colaboración.
Si las universidades se mostraran más decididas para movilizar más ampliamente el
conocimiento generado, con ello podrían contribuir más directamente a la resolución
de diversas y complejas problemáticas que aquejan a la sociedad, pero que son responsabilidad
directa de los gobiernos atenderlas. Mediante esta estrategia, las universidades reivindicarían
su función (responsabilidad) social y ganarían legitimidad ante la sociedad a la cual
se deben, en tanto que el gobierno se allegaría de mayores insumos del conocimiento
para tomar decisiones basadas más en la evidencia que en la improvisación. Se trata,
pues, de una relación dialógica en la que el factor común es la atención a las problemáticas
sociales y públicas, con la intervención deliberada de universidades y gobierno, en
tareas cuya naturaleza es complementaria y no sustitutiva.
Algunos de los datos sobresalientes del estudio tienen que ver, en primer lugar, con
los motivos que impulsan la colaboración basada en el conocimiento entre las universidades
y el gobierno, concretamente aportar ideas y conocimientos para la atención y resolución
de diversas problemáticas, así como complementar los recursos y las capacidades existentes.
También llama la atención que las principales formas de interacción, entre ambos actores,
siguen siendo la asistencia a los eventos académicos y la consultoría e investigación
ad hoc, lo cual denota que existe mucho margen para ampliar y profundizar la colaboración.
Por último, si bien es cierto que en esta investigación se exploró la colaboración
de las universidades nacionales con el gobierno federal, salta a la vista qué investigaciones
ulteriores podrían indagar sobre las relaciones colaborativas de universidades u organizaciones
del conocimiento con gobiernos regionales, estatales o locales. Asimismo, podría irse
más allá de los estudios exploratorios para incorporar análisis correlacionales en
el ámbito cuantitativo, pero también perspectivas cualitativas en profundidad.