* Investigadora docente de la Universidad General Sarmiento, Argentina. E-mail: mfbarletta@gmail.com. ORCID: 0000-0003-3076-3589.
** Latipnet (compañía sin fines de lucro basada en Estados Unidos). E-mail: adolfonemi@gmail.com. ORCID: 0000-0002-9543-5618.
*** PhD student, University of York, Reino Unido. E-mail: gabrielnemi@gmail.com. ORCID: 0000-0001-8956-2904.
**** Profesor Emerito IDEI-UNGS. Director del Doctorado en Economía de la Universidad General Sarmiento, Argentina. E-mail: gyoguel@gmail.com. ORCID: 000-0003-1916-418X.
Fecha de recepción: 13/04/2020.
Fecha de aprobación: 20/04/2020.
El objetivo de esta nota es reflexionar sobre el impacto que el COVID-19 genera y seguirá generando en el proceso de producción mundial que se articula fundamentalmente en torno a las cadenas globales de valor (CGV). Para ello, pensamos que el análisis requiere tomar en cuenta la amplia literatura internacional sobre sistemas complejos que anidan en las CGV. Desde esta perspectiva, consideramos que un sistema económico está conformado por múltiples subsistemas interrelacionados de diverso grado de desarrollo, integrados a la vez por diversas organizaciones (empresas e instituciones) que realizan interacciones entre sí que van más allá de las transacciones de compra-venta coordinadas por el mercado. En especial, un sistema es complejo cuando está compuesto por múltiples actores que interactúan en una forma no lineal, de modo que el agregado es mayor que la suma de las partes. En estos sistemas las propiedades del agregado son “emergentes”. Asimismo, estos sistemas son: i) modulares, porque están formados por un conjunto de partes específicas, funcionales y conectadas; ii) abiertos, porque sus partes interactúan con ciertos grados de libertad y pueden cambiar sus conexiones, y iii) jerárquicos, porque cada módulo es un sistema complejo.
En especial, las CGV aluden a una extensión del mercado y una división del trabajo global en la que las interrelaciones y la estructura son complejas y difíciles de percibir. Los sistemas y subsistemas que forman parte de las CGV han demostrado ser muy eficientes para aprovechar (i) la producción modular con elevada posibilidad de sustitución de sus partes ante la emergencia de problemas en alguno de los nodos, (ii) las ventajas competitivas que generan los diversos eslabones y (iii) los fenómenos de desregulación del comercio y del mercado de trabajo que se vienen produciendo en la economía mundial desde los años 80 y que permitieron a las corporaciones que coordinan las CGV beneficiarse de diferencias de productividad y de condiciones de trabajo excesivamente flexibles y precarias que se manifiestan en menores salarios respecto a los países de origen. Esta elevada eficiencia productiva se ve afectada actualmente por los límites que el COVID-19, y su propagación a lo largo del mundo, imponen a las interacciones entre los componentes de los sistemas. En efecto, emergen en este contexto nuevas e impredecibles vulnerabilidades en las CGV, tanto aguas arriba como aguas abajo. A su vez, en estas CGV, pensadas como sistemas complejos, las relaciones transversales entre unidades individuales son tan densas y complicadas que es muy difícil entender cómo reaccionará el sistema en su conjunto ante cambios en sus componentes y/o shocks exógenos como el COVID-19. Es por ello por lo que no se pueden analizar sólo a partir de sus partes (
En el marco de la producción fordista que caracterizaba a la producción mundial hasta mediados de los 70, posiblemente el virus hubiera tenido un efecto menor en la producción y comercio de bienes y servicios y hubiera estado focalizado en algunos países y sectores. Los límites del espacio productivo coincidían con los límites nacionales y el alcance de la producción segmentada a nivel transnacional era mucho menor.
En el actual escenario, partes significativas de las CGV son interrumpidas por el accionar del virus, lo que afecta la producción y el consumo de bienes y servicios a nivel de cada país y del mundo. Se trata de interrupciones en el flujo de provisión de componentes y partes, producción, comercio y consumo, que debilitan y obligan a repensar la eficiencia de las cadenas ante situaciones como las que existen en el presente.
Esto es particularmente grave en esta etapa del desarrollo capitalista en la que un producto/servicio es la resultante de un sistema integrado por múltiples subsistemas localizados geográficamente a lo largo del mundo, que aprovechan las diferencias salariales y de productividad existentes en los sistemas de innovación nacionales. El aprovechamiento de estas ventajas competitivas ha sido posible gracias a la irrupción de un nuevo paradigma intensivo en información y comunicación desde mediados de los 70 que se intensifica aún más con avances significativos desde la década de los 90 con el desarrollo de nuevos sistemas tecnológicos que configuran la denominada Industria 4.0 (internet de las cosas, inteligencia artificial, robótica, impresión 3D, big data, entre otros). Tanto el paradigma de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) como su intensificación a partir de la I4.0 favorecen la división del trabajo global y las interconexiones entre las diferentes partes de las CGV (
El origen del COVID-19 coincide con el epicentro del proceso de deslocalización de la producción global en los últimos 20 años, que fue China. Entre 2000 y 2018, este país asiático se convirtió en la segunda potencia económica del mundo: su participación en el PIB mundial pasó de 3.6 por ciento a casi 16 por ciento, el peso en las exportaciones mundiales de bienes se incrementó del 4 al 13 por ciento y el consumo de los bienes producidos por el resto del mundo pasó del 3 al 11 por ciento, sólo para ejemplificar con algunos datos. Ya a principios de marzo de 2020 los efectos eran significativos, dado que las 1.000 compañías más grandes del mundo o sus proveedores poseían más de 12.000 instalaciones-fábricas o comercios en las áreas en cuarentena de COVID-19 localizadas en Asia (
Entonces, la pregunta que emerge en este escenario es cómo se transformarán y reconfigurarán en el futuro las cadenas de producción global. Más específicamente, intentamos reflexionar sobre un futuro posterior a la crisis global actual que no sólo afectará relaciones de producción, sino fundamentalmente de consumo, debido a la pérdida masiva de puestos de trabajo que se espera en los próximos meses.
Una primera reflexión es pensar que se irán reforzando aquellas tendencias que comenzaron a aparecer en los últimos años en la disputa comercial entre China y Estados Unidos. En particular, como consecuencia de la cada vez más significativa segmentación de la producción y la deslocalización de los eslabones más intensivos en mano de obra en los países asiáticos, Estados Unidos ha comenzado a sentir los efectos de la desindustrialización. Esto fue incluso advertido al presidente Obama en un documento elaborado por el
Una segunda reflexión, ya anticipada y sobre la que enfatizamos en esta nota, tiene que ver con el nivel de vulnerabilidad de las actuales CGV (
Se espera que el impacto del COVID-19 tenga diferente manifestación e intensidad dependiendo de la naturaleza de la cadena de valor. Por ejemplo, en la cadena de valor de la industria electrónica, los proveedores han logrado una configuración modular en la medida que las empresas resuelven sus relaciones de competencia (cooperación y rivalidad) en interfaces bien definidas, mientras que cadenas en otros sectores, como la industria textil, se estructuran dando peso significativo a las relaciones directas con altas asimetrías que limitan fuertemente los grados de libertad de los nodos más débiles.
La vulnerabilidad de las CGV posiblemente conduzca a los principales hubs a redefinir sus estrategias de negocios teniendo en cuenta los costos asociados a generar una red más resiliente e incorporando nuevas formas de producción, de organización del trabajo y de comercialización (
Las consecuencias del COVID-19 son múltiples y plantean oportunidades para repensar muchos aspectos del proceso de desarrollo y de la política científica encarada desde la perspectiva de sistemas de innovación. La actual crisis sanitaria pone en evidencia que la ciencia importa y que es central para la resolución de problemas nacionales y globales, lo que requiere un cambio en la relación ciencia-sociedad y un fuerte aumento de los presupuestos orientados a un modelo de ciencia del tipo cuadrante de Pasteur (orientando la atención tanto al problema como a la resolución teórica y práctica de éste). En particular, la resolución de problemas, como esta pandemia, requiere un sistema de salud con fuerte peso de inversiones públicas, que constituye un factor clave para su superación cuando actúa a nivel global. Demanda también priorizar los problemas y los desafíos colectivos sobre los individuales para dar lugar a un proceso de desarrollo con menores inequidades. Y, por último, requiere también enfrentarlos de manera colectiva, coordinando acciones de las distintas dependencias y niveles del Estado y de las políticas entre Estados, para abordar conflictos que son transversales, que necesariamente tienen que tratarse desde múltiples disciplinas y fuentes de conocimiento, y que no pueden ser resueltos desde la acción individual.
1 Agradecemos los comentarios recibidos de Pablo Lavarello, Verónica Robert y Nicolás Moncaut a una versión previa de esta nota.